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Mas deja la política superado por Puigdemont y por el caso Palau

El expresidente se aparta afirmando que hacen falta nuevos liderazgos y que el país es lo principal.

El expresidente de la Generalitat y hasta ayer responsable del Pdecat, Artur Mas. QUIQUE GARCÍA

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León

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c. reino | barcelona

Terremoto en el independentismo. Artur Mas anunció ayer su dimisión como presidente del Pdecat, el partido que tomó el relevo de Convergència en julio de 2016. «Vuelvo a dar un paso al lado», afirmó el dirigente nacionalista, que hace dos años ya renunció a la presidencia de la Generalitat para permitir la investidura de Carles Puigdemont.

Mas dice que no abandona la política -«el futuro dirá», matizó- pero se aparta de la primera línea y deja su puesto a Neus Munté, hasta ahora copresidenta del partido. Se va por dos razones, según argumentó en su despedida, en la que estuvo arropado por la plana mayor de la formación. Por un lado, cree que su marcha ayudará a reforzar el proyecto del Pdecat y Junts per Catalunya, que considera que obtuvo un muy buen resultado en las pasadas elecciones autonómicas.

A su juicio, la victoria independentista en las elecciones del 21-D concede una «oportunidad de oro» para que los neoconvergentes puedan ampliar su base de una forma más acelerada y consolidarse como la fuerza de referencia en el independentismo. Haber frenado a Esquerra es un triunfo, según entienden en el centroderecha soberanista. Y a su parecer este crecimiento lo deben pilotar caras nuevas. «Hacen falta nuevos liderazgos», aseguró con segundas.

La otra razón que esgrimió ya es de tipo personal. Mas debe afrontar en los próximos tiempos tres procesos judiciales: el del 9-N, cuya resolución aún está pendiente del recurso al Supremo, el del Tribunal de Cuentas, por el que el expresidente de la Generalitat corre el riesgo de perder su patrimonio, y por la causa del 1-O, en la que Mas también está imputado, tras el último auto del Supremo.

Heredero político de Jordi Pujol, al que sucedió al frente de Convergència, el líder nacionalista se marcha no contento, pero sí aliviado. «La decisión es firme e irrevocable», aseguró. Y señala que hace «honor» a los principios que han guiado su acción política, como son, según enumeró, «el país, el partido y la persona». Por ese orden, en un claro mensaje a Puigdemont, quien se niega a renunciar a la investidura, con el riesgo de provocar nuevas elecciones.

La dimisión de Mas, que sumada ayer a la de Carles Mundó, dejó la sensación de fin de ciclo en el independentismo y supone la última derrota del expresidente de la Generalitat en relación a su pugna con Puigdemont.

El expresidente habló el lunes en términos de «generosidad», un dardo hacia su sucesor, que se resiste a apartarse a pesar de las dificultades de su investidura por su huida a Bruselas y su negativa a regresar a España porque sería detenido.

Mas negó también que su dimisión tenga que ver con el caso Palau, cuya sentencia se dará a conocer el lunes que viene. «No estamos ante una dimisión preventiva», advirtió. Y adujo que si fuera así, la dimisión, que dijo que la tenía decidida desde el verano, no la habría tomado una semana antes de la sentencia. Pero a nadie escapa que Mas, con su cese, protege a la formación nacionalista del posible desgaste que podría conllevar una sentencia condenatoria.