El independentismo trata de salvar la unidad para evitar el fracaso

El independentismo trató ayer de hacer terapia de grupo después de la investidura fallida del martes y llegó a la conclusión de que tiene mucho trabajo por delante para evitar que la neonata legislatura acabe como el rosario de la Aurora. El martes saltaron las alarmas ante el riesgo de derrumbe, y ayer después de los mensajes derrotistas de Puigdemont, el secesionismo pasó a la fase de máxima alerta. Quien cogió el timón fue la ANC. El mensaje que trasladó fue claro: sin unidad, el proceso soberanista se muere. El vicepresidente de la ANC, Agustí Alcoberro, se reunió con las formaciones independentistas para conjurarse todos juntos en sacar adelante la investidura y evitar que cada uno haga la guerra por su cuenta. Dicen que hay voluntad de reconducir la crisis a pesar de las heridas. Junts per Catalunya, Esquerra y la CUP compartían hasta el martes a las 10 de la mañana que el candidato a la Presidencia de la Generalitat debe ser Puigdemont (lo siguen haciendo de manera formal), pero hasta ahí llega el consenso. La CUP habla de materializar la república, tanto «desde la legalidad como desde la ilegalidad».