Diario de León

IGNACIO MOLINA. PROFESOR DE GEOGRAFÍA DE LA UVA

Severísimo problema, está más extendido y es más grave desde 2011»

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La despoblación ya no es sólo un asunto del medio rural, se ha convertido en un fenómeno de escala nacional. Desde 2011 el «problema es más grave y extendido, ya no hay territorio que se quede libre, salvo zonas del litoral». El profesor de Geografía de la Universidad de Valladolid Ignacio Molina alertó del «severísimo» problema que supone la sangría poblacional para todos los municipios: nueve de cada diez pierden habitantes. «Se trata de un complejo asunto que afecta casi todos los municipios, da igual el modelo o el tamaño».

En el análisis de Castilla y León, el profesor aseguró que desde 2011 pierde población a un ritmo del 0,8% anual, un fenómeno que no se conocía desde la década de los sesenta del siglo pasado, cuando se produjo el gran éxodo rural.

Según las estadísticas que presentó para explicar la pérdida poblacional en la Comunidad, en 2001 fueron 1.935 los municipios, de los 2.248 que suma la autonomía, los que restaron residentes, mientras que en 2011 la merma ya había llegado a 2.031. De modo que uno de cada tres sufren la sangría, el 33%.

Desde los últimos casi siete años, Castilla y León ha perdido 112.000 habitantes: prácticamente 60.000 por crecimiento vegetativo, es decir, por fallecimientos, y 52.000 por movimientos migratorios, 43.000 de estas personas se mudaron a otras comunidades autónomas. «Se trata de residentes que precisamente tendrían que sostener el crecimiento demográfico aquí».

La virulencia de la recesión económica que azotó al país desde 2008 fue determinante en este éxodo. «Desde la crisis, la pérdida poblacional está tan vinculada al envejecimiento como a la salida de la Comunidad».

En el conjunto de Castilla y León, Molina señaló que ninguna provincia es «capaz de sostener su población», salvo la excepción de algunos municipios como el vallisoletano Arroyo de la Encomienda. En el mapa territorial de la Comunidad, uno de cada cuatro pueblos (el 15% de las localidades) cuentan únicamente con cien habitantes. En el periodo comprendido entre 2001 y 2010, los municipios periurbanos y los del área de influencia de las ciudades todavía crecían en población, pero con la llegada de 2011 frenaron la tendencia.

La sangría poblacional, el envejecimiento, la dispersión, la atención social y sanitaria precisas y otros factores hacen que «cada vez sea más difícil prestar servicios en el medio rural, si los municipios no son capaces de mantener población».

¿Y qué papel juegan las entidades locales ante este fenómeno?, se preguntó el profesor Molina en el análisis que abrió la Jornada de Despoblación que reunió ayer en la capital a las nueve instituciones provinciales de la Comunidad. «Las diputaciones cada vez tienen menos capacidad financiera para afrontar un problema cada vez más grave», advirtió. El profesor de Geografía se mostró partidario de «repensar» el papel de estas administraciones en su determinante camino contra la despoblación. Ante la situación, concluyó que los «pueblos cada vez tienen menos margen para afrontar los desafíos demográficos y las necesidades que conllevan».

En el informe La Despoblación en Castilla y León: un marco de análisis, Molina refleja que en lo que va de siglo, 577 de los municipios de la autonomía han restado más de un tercio de su población, 564 de estos núcleos tienen ya menos de 500 residentes.

Únicamente los municipios de tres regiones adelantan a Castilla y León en ritmo de sangría poblacional desde 2011, Asturias (con el 98,7% de sus concejos en merma de residentes), Extremadura (91,2%) y Castilla-La Mancha (90,8%). La media nacional se sitúa en el 81% y la Comunidad supera este porcentaje en prácticamente diez puntos.

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