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Los candidatos llegan a la meta en una reñida batalla por los compromisarios

Publicado por
León

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Apenas 1.500 votos separaron el pasado 5 de julio a Soraya Sáenz de Santamaría, la ganadora de la primera fase de las primarias del PP, de Pablo Casado. Un 36,95% de los votos de los militantes inscritos frente a un 34,27%. Aquel escaso margen auguró desde el primer momento una batalla a brazo partido para ganarse a los 3.082 compromisarios que hoy elegirán con sus papeletas al sucesor de Mariano Rajoy. Y así ha sido. La pelea está tan reñida que muchos dirigentes han evitado hacer una apuesta pública por temor a ir contra el sentimiento mayoritario de sus propios feudos o del partido en su conjunto a menos de un año de las elecciones autonómicas.

En realidad, si hubiera que fiarse de la euforia mostrada por cada candidatura, habría que dar ya por triunfador al hasta hace poco vicesecretario de Comunicación. Los suyos -entre los que se cuentan el vicesecretario de Acción Sectorial, Javier Maroto, o la de Estudios, Andrea Levy- aseguran que tienen el aval del 71% de los participantes en el XIX Congreso Nacional del PP y en los últimos días ha recibido algunos apoyos significativos. Pero el optimismo de este sector no es nuevo. También se sentían ganadores en la jornada en la que quienes debían votar eran los afiliados y, aunque el suyo fue un resultado meritorio, Casado terminó segundo.

El equipo de la exvicepresidenta del Gobierno -que hasta el último minuto ha llamado a su rival a dar un paso atrás y formar una lista única- tiene sus propias cuentas. Su jefe de campaña, el exsecretario de Estado de Relaciones con las Cortes y exjefe de gabinete de Rajoy, José Luis Ayllón, defendió ya el jueves que pueden contar con el respaldo del 63% de los compromisarios.

La guerra de cifras indica, en cualquier caso, que el que antaño fuera el partido supuestamente más cohesionado de España ha dejado de serlo. Desde el Congreso de Valencia en el que Esperanza Aguirre amagó con plantar cara a Rajoy, hace ahora diez años, no se había visto tanto enfrentamiento indisimulado. Antes, habría que remontarse al congreso de 1987 entre Antonio Hernández Mancha y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón.

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