ENCUESTA METROSCOPIA PARA DIARIO DE LEÓN
PP y PSOE recuperan el pulso en un Congreso que destierra el bipartidismo
La irrupción de Pablo Casado en la presidencia del Partido Popular parece haber restaurado de manera ligera. la intención de voto de los conservadores, pero los liberales de Ciudadanos se consolidan como la tercera fuerza
Si se celebraran elecciones generales de manera inmediata, el PSOE y el PP serían ahora las fuerzas políticas más votadas en el conjunto de España con el 26.6% y el 24.4% de los votos. Para el PSOE este resultado superaría en 3.9 puntos el obtenido hace dos años, y sería el
mejor conseguido desde las elecciones de 2015, cuando hizo su entrada en escena el actual cuatripartidismo. Para el PP, aunque su voto ahora estimado sería inferior en casi nueve puntos a su resultado de 2016 (cuando logró el 33% de los votos), la segunda plaza representa una apreciable recuperación en relación con los resultados estimandos por Metroscopia desde comienzos de año. PSOE y PP estarían así capitalizando, al
menos por el momento, el impacto innegable que en la vida política española ha tenido el hecho de que Pedro Sánchez presida ahora el Gobierno y que Casado haya sido objeto de una acogida ampliamente favorable entre el electorado popular.
En cuanto a Ciudadanos, que hasta finales de mayo encabezaba las preferencias electorales
en la mayoría de los sondeos, quedaría ahora con un 20.1% de los votos, siete puntos por encima del resultado de 2016, pero claramente por debajo del resultado que recurrentemente se le ha venido estimando.
Unidos Podemos, con un 16.1% de los votos (cinco puntos menos que en 2016), quedaría en cuarto lugar. Esto haría que ahora la distancia de la formación morada respecto del PSOE sea de 10.5 puntos: en las elecciones
últimas fue de tan solo 1.6. Este resultado electoral que aquí se estima se basa en el supuesto de una participación electoral del 64%, inferior en casi seis puntos
a la de las elecciones de 2016 (entonces votó el 69.8% del censo de residentes). Tener en cuenta este dato es sumamente relevante dado que el porcentaje de electores que finalmente acabe votando resulta decisivo para el resultado final: la abstención es selectiva, esto es, no se reparte de manera proporcional entre todos los electorados. Hay unos partidos que en el momento de la votación (o en el momento del sondeo, como es el caso) cuentan con un electorado más fiel y otros, por el contrario, tienen votantes más volátiles y electoralmente más hipotensos.
El porqué de estos cambios
El PSOE retiene a sus votantes y atrae a los de Unidos Podemos. El buen resultado estimado en este momento para el PSOE, dos meses después de iniciarse la Presidencia de Sánchez, se fundamenta, esencialmente, en tres factores que se complementan: fidelidad de voto elevada (el 59% de sus votantes de 2016 repetiría ahora su voto), consigue atraer electores procedentes de otras opciones políticas sobre todo de Unidos Podemos (un 17% de quienes votaron a la formación morada optaría ahora por los socialistas, lo que supone en torno a 850.000 votantes) y de Ciudadanos (7%, unos 200.000 votos) y estos votos que consigue atraer compensan las pérdidas que, en cambio, experimenta hacia otros partidos. En concreto, el 5% de votantes del PSOE que ahora optaría por Ciudadanos (alrededor de 270.000) y el 4% que votaría a Unidos Podemos (unos 200.000).
Los socialistas aprueban la gestión del Gobierno del PSOE: si bien la opinión de los españoles al respecto se divide (el 46% la aprueba, el 46% la desaprueba), entre los votantes socialistas y entre los de Unidos Podemos la labor desarrollada por el Ejecutivo es ampliamente favorable: la aprueba el 75% y 72%, respectivamente.
Algo similar ocurre con la evaluación de la actuación política de Pedro Sánchez: le aprueba el 76% de los votantes socialistas (y el 66% de los de Unidos Podemos), aunque solo por el 43% de la ciudadanía.
El PP y su electorado «durmiente»
La pérdida del Gobierno tras la exitosa moción de censura de Sánchez, lejos de convertirse en una losa adicional sobre el ya
quebrantado estado de ánimo del electorado popular, ha sido finalmente entendido por este como una ventana de oportunidad. La sucesión de Rajoy (cuyo liderazgo daban ya por amortizado sus propios votantes: hace
apenas dos meses, el 65% creía que no debía repetir como candidato y el 43% le veía más interesado en mantenerse en el Gobierno que en resolver los actuales problemas de España), por Pablo Casado tras un novedoso —para los populares— proceso de primarias, ha contribuido sin duda a la reactivación de esa parte de su electorado que permanecía ‘durmiente’.
La reactivada fidelidad de voto: según datos de Metroscopia recogidos en la semana previa a la victoria electoral de Casado, la fidelidad de voto, en el caso del PP, estaba bajo mínimos. Sólo el 46% de quienes le votaron en 2016 decía que volverían a hacerlo en el supuesto de unas nuevas elecciones. Además, en
algunos aspectos, Ciudadanos era percibido por los votantes populares como un referente más atractivo que su propio partido. El nuevo liderazgo parece
haber revertido, al menos inicialmente, esta percepción insuflando nuevo ánimo a los votantes populares. Así, en es- tos momentos, el PP es el partido que presenta la fidelidad de voto más elevada: el 62%, 16 puntos más que hace solo una semana. Además, ahora prevalecen los votantes del PP que dicen que su partido les genera más ilusión que Ciudadanos (hace una semana ocurría lo contrario).
Trasvase de votos
No está claro si esta reactivación del estado de ánimo del electorado popular es solo coyuntural o supone el inicio de una recuperación del peso electoral perdido. A pesar de los recientes acontecimientos, y aunque en menor medida que hace una semana, hay todavía una fracción importante de votantes del PP que sigue manifestando su intención de votar a Ciudadanos (16%, sólo tres puntos menos que antes de la elección de Casado). Además, en torno a un tercio del electorado popular tiene una mejor imagen de Ciudadanos que del PP en una serie de atributos políticos (cercanía, credibilidad, proyecto de futuro, capacidad de diálogo, capacidad de combatir la corrupción y resolución de problemas).
El desconcierto que hace tan solo una semana tenía una parte sustancial del electorado del PP (y que se venía manifestando desde hace meses), parece haberse trasladado ahora al de Ciudadanos. Cuanto ha acontecido desde el 1 de junio parece haber generado confusión en buena parte del electorado naranja. Si hace una semana la fidelidad de voto del partido de Albert Rivera era del 65% (un porcentaje ya de por sí algo más bajo que el que se registraba en mayo) ahora es del 57%. Y si hace una semana, uno de cada cinco votantes de Ciudadanos estaba electoralmente desmovilizado (el 20% se declaraba indeciso sobre su comportamiento electoral o propenso a la abstención) ahora este porcentaje ha aumentado 10 puntos, hasta el 30%.
Reanimación
No es que el PP esté logrando atraer a anteriores votantes suyos que se habían marchado (en las elecciones de 2015 y 2016) o se estaban marchando (según los sondeos) a Ciudadanos, sino que, con la elección de Pablo Casado ha conseguido reanimar a gran parte de su electorado que, probablemente, estaba esperando recibir, después de tanto tiempo, una buena noticia. Y la elección de Casado lo ha sido, según quedó registrado en el sondeo de urgencia que Metroscopia llevó a cabo a comienzos de esta semana y que fue publicado en este medio (el 70% de los votantes del PP y hasta el 57% de los de Ciudadanos consideraban adecuada la elección de Casado como nuevo presidente de los populares). Unidos Podemos e el más perjudicado por la situación actual. En estos momentos, sólo la mitad de los votantes de Unidos Podemos en 2016 repetiría su voto: 51%, su porcentaje más bajo de los dos últimos años. Para encontrar una fidelidad de voto tan reducida en el caso de la formación morada habría que remontarse a noviembre de 2017: justo después de la aplicación del artículo 155 en Cataluña por parte del Gobierno de Rajoy y antes de las elecciones catalanas que tuvieron lugar a finales de ese año.
Las transferencias de voto entre Unidos Podemos y su directo competidor político en la izquierda, el PSOE, son claramente favorables a los socialistas: un 17% de votantes de UP votaría ahora al PSOE (en torno a 850.000 votantes) frente al 4% de votantes socialistas que ahora se inclinarían por apoyar al partido de Pablo Iglesias (unos 200.000 votos). Con todo —y a pesar de que la distancia entre Unidos Podemos y el PSOE se habría ahora ampliado por encima de los 10 puntos, cuando en las elecciones de 2016 apenas llegó a dos, siempre a favor de los socialistas— los datos ponen de manifiesto la llamativa estabilidad del suelo electoral de la formación morada en un nivel no precisamente desdeñable.