Diario de León

Sánchez acelera su agenda internacional ante la fragilidad política de la legislatura

Tras recibir a Merkel, emprende una gira por Iberoamérica y en septiembre prevé encontrarse con el mediático Trudeau.

Pedro Sánchez con Angela Merkel y el marido de la canciller alemana, Joachim Sauer, paseando por Doñana LAURA LEÓN

Pedro Sánchez con Angela Merkel y el marido de la canciller alemana, Joachim Sauer, paseando por Doñana LAURA LEÓN

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PAULA DE LAS HERAS | DOÑANA

Es relativamente habitual que los presidentes del Gobierno busquen reforzar su perfil internacional en sus segundas legislaturas. Pedro Sánchez no esperó ni quince días para hacerlo. Desde que asumió el cargo, hace poco más de dos meses, ya se ha entrevistado dos veces con Angela Merkel —a la que incluso ha invitado a pasar este fin de semana en Doñana—, ha visitado el Elíseo y ha recibido en la Moncloa a Emmanuel Macron, ha coincidido con Donald Trump en la cumbre de la Otan, ha mantenido un encuentro en su despacho con el líder del Consejo Europeo, Donald Tusk, y se le ha visto departir animosamente con el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, y con la británica Theresa May en la cumbre comunitaria de final de junio.

El jefe del Ejecutivo —que en 2012 dedicó su cuestionada tesis doctoral (luego convertida en libro) a la diplomacia económica española— está decidido a ganar proyección allende nuestras fronteras y no ha parado de dar muestra de ello. Sus asesores creen que su manejo de los idiomas y su experiencia profesional previa en el ámbito de la UE cuentan entre sus puntos fuertes. A Sánchez, desde luego, no se le vio en su estreno en Bruselas perdido ni ‘colgado’ en los recesos como les sucedió en no pocas ocasiones a José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, necesitados de traducción hasta para las conversaciones intrascendentes. Un Gobierno concebido desde el primer día como inmejorable trampolín electoral —no es casual que como jefe de gabinete Sánchez designara al experto en comunicación política Iván Redondo y no a un experto en la Administración— no puede desaprovechar semejante cartel, el de un presidente que se codea de tú a tú con los mandatarios de los países más poderosos y traslada el mensaje de que España cuenta. «España puede y debe desempeñar un papel más activo», dijo el pasado 17 de julio en el pleno del Congreso en el que explicó su programa para la legislatura.

En esa clave se sitúa el trato dispensado estos días a la mujer que dirige los designios de Europa, alojada en el Palacio de las Marismillas de Doñana, donde el jefe del Ejecutivo pasa unos días de descanso estival con su mujer y sus hijas. La imagen de ambos juntos es un bien muy preciado para Sánchez porque uno de sus principales objetivos es, según insisten en el Gobierno, ganarse la confianza de UE y, desde posiciones nítidamente socialdemócratas —ese papel jugó la mediatica acogida del ‘Aquarius’— revertir la imagen de país económicamente poco serio larbada en plena crisis.

Primeros pasos

En una carta que repartió a los miembros de su Gobierno en el primer Consejo de Ministros de su mandato, de hecho, el líder socialista hizo especial hincapié en la necesidad de asumir el respeto a la estabilidad económica y presupuestaria derivadas de la pertenencia al club comunitario y subrayó que el suyo era un Ejecutivo «dispuesto a recuperar el papel protagonista de España en la UE». Sabía que desde Bruselas se seguían al milímetro sus primeros pasos. En el entorno de Sánchez admiten, aun así, que quizá no disponga del tiempo preciso para ganarse el hueco que ambiciona en el tablero internacional porque tal y como están las cosas hay «muchos elementos que pueden hacer de detonante» y propiciar un adelanto electoral. Por si acaso, ha pisado el acelerador y este mismo mes de agosto, entre el 27 y el 31, pocos días después de incorporarse a su despacho, hará una gira de cinco días por Iberoamérica en la que visitará cuatro países: Chile, Bolivia, Colombia y Costa Rica. «Es una relación que hay que cuidar y corre cierta prisa, no vaya a ser que luego no podamos porque se complique el escenario», insisten desde Moncloa. El otoño, efectivamente, puede ser complicado con la votación de los objetivos de déficit que el Gobierno no pudo sacar adelante en julio, la tramitación de los Presupuestos para la que necesita a los grupos que le apoyaron en la moción de censura contra Rajoy y, sobre todo, la eventual ofensiva del secesionismo, que ya calienta motores.

En septiembre, antes de que empiece la vorágine parlamentaria, también tiene previsto viajar a Nueva York para participar en los debates de la Asamblea General de la ONU el día 28 y, según fuentes gubernamentales, es probable que aproveche la ocasión para reunirse en Canadá con el primer ministro Justin Trudeau otro joven político de moda, como Macron, admirado por liberales y progresistas.

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