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Montón dimite entre presiones en el PSOE cuatro horas después del apoyo de Sánchez

El presidente del Gobierno intentó sofocar el clamor interno en el partido anunciando que la ministra iba a «seguir».

Carmen Montón tras la rueda de prensa ofrecida en la sede del Ministerio de Sanidad para informar de su dimisión. JUANJO MARTÍN

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León

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JUAN RUIZ SIERRA | MADRID

El respaldo de Pedro Sánchez duró cuatro horas. Ayer, a las cinco de la tarde, el presidente del Gobierno apoyó la continuidad de su ministra de Sanidad Carmen Montón, que en el 2011, siendo diputada en el Congreso, obtuvo un máster de la Universidad Rey Juan Carlos repleto de irregularidades: pagó la matrícula fuera de plazo, comenzó el curso cuatro meses tarde, apenas asistió a las clases pese a que el máster era presencial, sus notas fueron manipuladas meses después y su trabajo final estaba repleto de plagios. «Está haciendo un gran trabajo y lo va a seguir haciendo», dijo el presidente en el Senado. No fue un respaldo muy contundente, pero provocó el malestar entre importantes dirigentes del PSOE, donde la sensación de que Montón sólo podía dimitir era mayoritaria. A las nueve, la ministra anunció que dejaba de serlo.

Carmen Montón fue muy breve en la sede de su exdepartamento. Primero, repasó los «logros» obtenidos en estos 100 días de gobierno: la vuelta a la universalidad de la Sanidad, el inicio del fin del copago farmacéutico y los avances en dependencia. Después insistió en que no había cometido «ninguna irregularidad» y presentó su salida como una decisión personal, tomada para no salpicar a Sánchez. «Estoy orgullosa y agradecida porque el presidente haya contado conmigo. He sentido en todo momento la calidad humana, el apoyo y el afecto del presidente. Los españoles tienen un magnífico presidente. Y para que esa situación no influya, le he comunicado mi dimisión como ministra», dijo.

En el Ejecutivo y en el PSOE se asistía con incomodidad a este caso, similar a los de Cristina Cifuentes y Pablo Casado. Las ventajas de mantener a Montón en su puesto eran escasas, a ojos de las fuentes consultadas, sobre todo después de que eldiario.es publicara que sus calificaciones habían sido alteradas y La Sexta, a última hora de la tarde, informase de que 19 de las 52 páginas de su trabajo de fin de máster contenían plagios. Esta revelación fue fundamental para su caída. Montón había insistido hasta entonces en que no había cometido ninguna irregularidad.

«Es vergonzoso. Tiene que dimitir», explicó a primera hora un miembro de la ejecutiva socialista. «Debería irse sólo por el listón ético que tenemos en el partido», señaló otro dirigente. La presión era enorme. Un ejemplo: varios diputados explican que Montón forma parte de al menos un grupo de whatsapp, integrado por parlamentarios, donde también se pedía su dimisión.

La tardanza

Sánchez tardó en apoyarla públicamente. El lunes, cuando trascendió la noticia, fuentes de la Moncloa elogiaron las explicaciones de Montón por ser «claras y transparentes». No hubo más. La tibia reacción fue parecida a la que en su día se llevó a cabo con Màxim Huerta, el fugaz ministro de Cultura, dimitido por sus antiguos problemas con Hacienda.

Pero Montón no es Huerta. No es una recién llegada al equipo de Sánchez. Lleva ahí desde el 2014. Dos años después, la ahora exministra resistió ante los críticos con el secretario general. A diferencia de otros dirigentes, no abandonó su ejecutiva. El presidente, según explican en el PSOE, tiene ese gesto muy presente. Así que decidió salir en su defensa intentando sin éxito silenciar el debate. «Montón está haciendo lo que se le pidió: revertir los recortes, recuperar y avanzar en derechos. Está haciendo un gran trabajo y lo va a seguir haciendo», dijo el presidente. Si lo siguió haciendo, fue sólo durante cuatro horas más. Luego, tuvo que llevar su dimisión a Sánchez.