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JxCat y ERC se fijan revivir el Parlament

El proceso soberanista ha paralizado casi totalmente la política catalana en las dos últimas legislaturas.

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León

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cristian reino | barcelona

El inicio del curso escolar supone una buena noticia para el Parlamento catalán. Al menos, se reanudarán las visitas que hacen los colegios y los desangelados pasillos de la Cámara catalana cobrarán algo de vida. Desde el mes de julio, el hemiciclo catalán permanece cerrado a cal y canto para todo lo que sea celebrar plenos y votaciones. Hay comisiones, pero no se puede aprobar ninguna iniciativa.

La culpa la tiene el cisma que se ha producido entre JxCat y Esquerra. Éste viene motivado porque no se ponen de acuerdo sobre cómo aplicar la suspensión de los seis diputados que están procesados decretada por el juez Llarena al final de la instrucción del caso sobre el 1-O. Estos diputados son Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, Raül Romeva, Jordi Turull, Josep Rull y Jordi Sànchez.

En el mes de julio, el último pleno antes de las vacaciones tuvo que ser anulado por las diferencias entre los independentistas. JxCat quería saltarse el auto de Llarena, pero ERC y Roger Torrent se negaron.

Los letrados de la Cámara sugirieron, a partir del auto del juez, que una solución podía pasar por aplicar una especie de suspensión temporal de los diputados, de tal manera que parlamentarios de su mismo grupo asumieran sus funciones. Entre otras, el voto.

Roger Torrent ya les ha retirado el sueldo, aunque siguen cotizando a la Seguridad Social, pero JxCat defiende que Puigdemont reciba un trato de favor y su voto no sea sustituido. Torra afirmó a principios de mes que ya había acuerdo sobre el asunto, pero Esquerra lo negó. Ahora, se han dado hasta el 2 de octubre para alcanzar un pacto y llegar al debate de política general con la unidad restablecida. Incluso se plantean no aceptar la suspensión, pero asumir la pérdida de los seis votos, lo cual dejaría al secesionismo sin la mayoría absoluta. «No podemos hacer el ridículo como en julio», afirman fuentes independentistas, que no contemplan la posibilidad del no acuerdo porque podría provocar nuevas elecciones.

Fuentes próximas al presidente de la Cámara dan a entender que el problema es Puigdemont y que el acuerdo debe pasar por que «nadie se vea obligado a dejar el acta», que «se preserven las mayorías y resultados electorales» y que «los acuerdos tomados en los órganos de decisión del Parlamento sean efectivos». Torra presiona afirmando que no puede aceptar la suspensión y anunciando que el próximo 25 de septiembre presentará su plan de gobierno. Pero fuentes de ERC apuntan que si no hay acuerdo, «todo (la legislatura) saltará por los aires».

Más allá de la retórica republicana esgrimida por el presidente de la Generalitat en cada unas de sus intervenciones, la política catalana sigue bloqueada. Desde la investidura de Quim Torra en el mes de mayo, la Cámara autonómica ha aprobado dos leyes, una sobre cuestiones fiscales y financieras y la otra para modificar la ley de la Presidencia de la Generalitat para permitir la investidura a distancia de Puigdemont. El Gobierno catalán, mientras, ha impulsado cuatro proyectos de ley, que estaban a la espera por el 155.

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