Sánchez defiende en Canadá el acuerdo comercial que rechazó en España
No ha pasado mucho más de un año desde que Pedro Sánchez, recién reelegido secretario general del PSOE tras su particular travesía del desierto, provocó un terremoto interno con una controvertida orden a su grupo parlamentario: no ratificar en el pleno de la Cámara baja el tratado de libre comercio con Canadá, el Ceta, que los socialistas habían defendido con entusiasmo tanto en el Parlamento Europeo como en el Congreso. La decisión se interpretó como la constatación del giro a la izquierda del que había hecho bandera durante su campaña de primarias contra Susana Díaz. Todo ha cambiado.
El presidente del Gobierno —que en su momento se negó a atender los reparos de diputados y europarlamentarios socialistas a un cambio de postura radical que, decían, dañaba su imagen ante los socios comunitarios, las críticas del Gobierno y del PP o incluso la petición directa personal del comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, el socialista francés Pierre Moscovici— defendió ante el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en la madrugada del lunes, las bondades de ese texto que censuró en junio con críticas similares a las empleadas por Podemos.
En una charla con el político norteamericano en el Foro Global Progress, Sánchez argumentó que el Ceta ofrece «nuevas respuestas para inquietudes tradicionales». «Nosotros no podemos abdicar de nuestros estándares sociales, laborales y medioambientales», dijo en alusión a las posiciones socialistas. «También creo que la forma en la que respondemos a esas cuestiones en el marco de un acuerdo comercial debe ser transparente y eso es algo a lo que también da respuesta el Ceta», defendió. Es más, para rematar su argumento, declaró que esa «nueva generación» de acuerdos comerciales es el «modelo a seguir».
Trudeau, un referente
El jefe del Ejecutivo español ve en Justin Trudeau, un joven político liberal y progresista, un espejo en el que poder mirarse. El primer ministro canadiense es un referente por su posición en materias como inmigración, en la que se ha destacado por la acogida de refugiados —desde 2015 el país ha acogido en torno a 40.000 sirios—- y por su oposición a las políticas de Donald Trump, y también por su defensa del medio ambiente. En Moncloa sostienen que entre ambos existe una evidente «sintonía generacional e ideológica».