La tensión estalla en las calles de Barcelona en vísperas del 1-O
La jornada, con protestas de signo contrario, acabó con cargas de los Mossos contra los secesionistas.
cristian reino | barcelona
Las calles de Barcelona fueron ayer el escenario de la fractura social que ha provocado el proceso secesionista. La convocatoria de dos manifestaciones simultáneas, de signo totalmente opuesto, obligó a la policía catalana a intervenir, con cargas y practicando detenciones, para que una y otra marcha no se encontraran.
Por un lado, en torno a 3.000 personas participaron en la marcha convocada por una asociación policial para homenajear a los agentes que intervinieron hace un año en las cargas del 1-O, en la jornada del referéndum. Los manifestantes, a los que se sumaron dirigentes de Ciudadanos, Vox y UPyD, se concentraron a la altura de la comisaría de la Policía Nacional en la Vía Layetana de Barcelona y su intención inicial era avanzar hasta la plaza de Sant Jaume, bastante cerca de allí. Pero la Consejería de Interior emitió el jueves una orden que obligó a la agrupación Justicia Salarial Policial (Jusapol), que reúne a policías nacionales y guardias civiles, a modificar su itinerario. El final de la marcha tuvo lugar en la plaza de Cataluña.
Al mismo tiempo, unos 6.000 independentistas, muchos de los cuales habían pasado la noche en la plaza Sant Jaume para impedir que los otros manifestantes pudieran acceder hasta allí, se concentraron contra la presencia de los «fascistas», según los CDR y la CUP. «Celebrar una agresión es una provocación», dijeron. La protesta de los policías fue convocada en un primer momento para reivindicar su «equiparación salarial», pero en vísperas del primer aniversario del 1-O sirvió, sobre todo, para «reconocer a los compañeros que participaron en la operación hace un año».
La jornada acabó con incidentes entre los Mossos y los manifestantes independentistas, en la vigilia de los actos en recuerdo del 1-O que el secesionismo ha organizado para estos días. El balance fue de 24 heridos (solo cinco fueron trasladados a centros hospitalarios, pero sin que su estado sea grave) y seis detenidos. Los Mossos intervinieron con cargas, en ocasiones porrazos contundentes, para evitar el choque de protestas. El secesionismo radical condenó la actuación policial y la pasividad del Ejecutivo catalán ante la manifestación de los policías. «Están masacrando a los nuestros», afirmaron los CDR. Los activistas de los Comités de Defensa de la República calificaron de «traidores» al presidente de la Generalitat y al consejero de Interior y pidieron la dimisión. La numerosa presencia policial y las cargas no impidieron que grupos aislados de uno y otro signo se cruzaran en el entorno de la plaza de Cataluña. Al final de la manifestación, un grupo de policías sufrió el acoso y la persecución por parte de secesionistas radicales, que lanzaron escupitajos, patadas, golpes con banderas e insultos.
Sociedad dividida
La doble convocatoria de protestas fue ayer un reflejo de la división que hay en la sociedad catalana tras seis años de proceso secesionista. Independentistas, por un lado, y defensores de la unidad de España, por el otro, con posiciones irreconciliables. Más o menos, lo habitual en el Parlamento catalán, partido en dos mitades. Esa misma escena se dio en la plaza de Cataluña: secesionistas con esteladas y contrarios a la secesión con banderas españolas, separados por un cordón policial.
Las cargas de ayer de los Mossos contra los independentistas son también la imagen de otra división, la de quienes están a favor de la ruptura. Al enfrentamiento, ya eterno, entre Junts per Catalunya y Esquerra hay que añadir el distanciamiento de esta semana entre el Gobierno catalán, encabezado por Quim Torra, y los sectores más radicales, los CDR, la ANC y la CUP.
Torra está ya cuestionado por los suyos. Por ordenar cargas contra soberanistas y por sus contradicciones, según ha criticado la ANC, pues por la mañana afirma que quiere hacer efectiva la república y por la tarde negocia un nuevo modelo de financiación.