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El presidente resiste pese a perder el control de la agenda por las polémicas

El presidente hace ver a PP y Cs que no cederá ante las presiones que buscan un adelanto electoral.

Sánchez durante su intervención en la universidad. BALLESTEROS

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León

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p.d.l.h./n.v. | los ángeles/madrid

Hace semanas que el Gobierno pugna sin éxito por mantener el control de la agenda política. Y los últimos han sido días de especial desconcierto. Sin apenas margen para tomar aire, el Ejecutivo se ha visto vapuleado por una concatenación de polémicas que, por momentos, ha amenazado con llevarse por delante el Consejo de Ministros. Ni tan siquiera el intento de colarse en el caudal informativo con la propuesta de supresión de los aforamientos le resultó fructuoso a la Moncloa. En cuestión de días, la reforma constitucional quedó sepultada por las grabaciones de la titular de Justicia junto al excomisario José Manuel Villarejo y los documentos sobre la sociedad patrimonial del responsable de Ciencia, Pedro Duque.

En algún punto del verano, el Gobierno pareció perder la capacidad de marcar el ritmo. Las idas y venidas sobre la defensa del juez Pablo Llarena en Bruselas ante la demanda del expresidente catalán, Carles Puigdemont, alimentaron la tesis de PP y Ciudadanos sobre un Ejecutivo que saltaba de rectificación en rectificación. Y la dimisión de la ministra de Sanidad, Carmen Montón, por las irregularidades de su máster, proporcionó el 12 de septiembre munición a las fuerzas del centroderecha para sostener que el Gabinete de Pedro Sánchez «se cae a pedazos».

La controversia sobre la titular de Justicia, Dolores Delgado, ha supuesto, sin embargo un punto de inflexión para el Gobierno, que ha resuelto plantarse ante las exigencias de dimisión con el ánimo de frenar el deterioro y seguir gobernando. «Este es un equipo de granito», proclamó el viernes la portavoz, Isabel Celaá.

No una sino varias veces, en la gira por Canadá y Estados Unidos que ayer concluyó en California, se ha preocupado Sánchez de alimentar su leyenda de resistente como respuesta a una nueva semana negra para su Ejecutivo.

Mientras en Madrid corrían ríos de tinta sobre la fragilidad de la legislatura, él dio orden de resistir el asedio, aprovechó sus intervenciones para dejar claro que no tiene intención de convocar elecciones hasta 2020 pese a las presiones de PP y Cs y siguió adelante con su agenda, procurando no involucrarse demasiado en la gestión de una crisis que ha recaído en la vicepresidenta, Carmen Calvo.

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