Torra, cuestionado por las cargas de los Mossos, amenaza con otro 1-O
La conmemoración del día de la «victoria» queda empañada por las críticas contra la policía catalana.
cristian reino | barcelona
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, apostó ayer por celebrar un nuevo 1-O, «sin miedo, hasta el final y con todas las consecuencias», para poder hacer efectiva la república proclamada hace un año. «El primero de octubre nos marca un hito para un nuevo momento, para un nuevo 1-O en que tendremos que actuar igual», afirmó. «Tendremos que ser capaces de llevar a cabo un acto de desobediencia civil, nos necesitamos a todos para volver a hacerlo, para hacer la república catalana», remató.
En la víspera de la jornada de conmemoración del día en que se escenificó con toda su crudeza el choque de trenes entre el independentismo y los poderes del Estado, con la celebración de un referéndum declarado ilegal que acabó con fuertes cargas policiales, el dirigente nacionalista reivindicó este domingo el 1-O como lo mejor que los catalanes han sabido construir, el «día de la victoria» en que a su juicio el Estado salió «derrotado» en Cataluña.
Torra, que acudió al colegio donde votó hace un año y recibió en el Palau de la Generalitat a los afectados por las cargas policiales, recuperó la vía unilateral (la idea de un nuevo 1-O ya la esgrimió en el mes de junio), en un momento de fuerte carga emocional en el secesionismo, pero de fuertes críticas contra el Ejecutivo catalán por las cargas que los Mossos protagonizaron el sábado contra manifestantes secesionistas en Barcelona. Críticas, sobre todo, provenientes del campo soberanista, que ponen a Torra y a su consejero del Interior contra las cuerdas.
La intervención de los Mossos se produjo en el peor momento para el Ejecutivo autonómico. Justo cuando el independentismo se preparaba para sacar toda su artillería para arremeter con dureza contra el Estado español por permitir la intervención de la Policía española en los colegios electorales hace un año.
El foco se ha movido y las imágenes de los Mossos actuando contra los secesionistas comparte espacio en los noticiarios con las cargas de hace un año en el 1-O, lo que enturbia la jornada reivindicativa de hoy, en la que el independentismo ha organizado una agenda completa de movilizaciones para volver a presionar al Estado. Este domingo, algunos de ellos ya se preparaban ante los colegios. El presidente de la Generalitat tuvo que elevar el tono al ver cómo desde sectores del independentismo le empiezan a situar ya entre los «traidores». Es el caso de los CDR, de la CUP y también de la exconsejera Clara Ponsatí, quien, en Rac-1, lanzó la peor de las acusaciones que podía recibir Torra en la víspera del 1-O: «Este gobierno no nos está acercando a la República».
Hoja de ruta
El dirigente nacionalista amenaza con recuperar la vía unilateral, pero sigue sin dar demasiadas pistas sobre cómo piensa hacer efectiva la república, el objetivo que se marcó al inicio de la legislatura. Ha apuntado que en breve pondrá en marcha un foro para empezar a elaborar las bases de una futura Constitución y llama a la movilización, pero los sectores más radicales le piden más, hasta el punto que la ANC le aprieta para que presente una hoja de ruta antes del 21-D o le pedirá que convoque elecciones autonómicas.
Torra lleva semanas amagando con que el ‘moméntum’ del que habla para hacer efectiva la república podría llegar con las sentencias de los juicios del 1-O. Llegado el caso, señala que se pondrá a disposición del Parlamento catalán para tomar una decisión. El sábado, en TV-3, se resistió a descartar una nueva declaración unilateral de independencia. Pero necesita, pase lo que pase, presión en la calle, de ahí que mantenga le retórica republicana, a pesar de que al mismo tiempo se siente a hablar con el Gobierno de Pedro Sánchez de asuntos autonómicos.
El otro problema de Torra es con la CUP. Los anticapitalistas pidieron el sábado la dimisión del consejero de Interior por las cargas de los Mossos a los manifestantes independentistas. Hubo 24 heridos, algunos de ellos de Arran, la rama juvenil de los antisistema. También se detuvo a seis personas que este domingo fueron puestas en libertad. El presidente catalán rechazó la destitución a pesar de que el enfrentamiento entre la Generalitat y la CUP sitúa en una posición de debilidad a Junts per Catalunya y Esquerra, que se quedan sin socios para lo que queda de legislatura