Casado pone distancia con un tibio apoyo a Cospedal
El líder del PP avisa que su «único compromiso» es con los afiliados y garantiza que no aceptará las conductas «no ejemplares».
RAMÓN GORRIAGÁN | MADRID
Pablo Casado puso ayer distancias con Dolores de Cospedal, a la que brindó un tibio respaldo tras salir a la luz sus reuniones y conversaciones con el excomisario José Villarejo. El líder del PP señaló que su «único compromiso» es con los afilados, y con nadie más por muy influyente que sea dentro del partido. De apoyos a ciegas y cierre de filas, nada.
El presidente de los populares ha tardado tres días en dar su opinión sobre las relaciones de la exsecretaria general del partido con el excomisario encarcelado, y lo hizo casi a rastras. Tuvo un acto electoral de su partido en Huelva, en el que ni citó el asunto, y sólo cuando se abrió la rueda de prensa aceptó dos preguntas sobre Cospedal, ni una más. Una parquedad coherente con su frío respaldo a la que fuera su rival en las elecciones primarias del PP y a la que debe en buena medida su triunfo en la segunda vuelta ante Soraya Sáenz de Santamaría.
El líder popular sabía que su respuesta iba a ser escrutada con lupa porque Cospedal no es cualquiera en el PP, y menos para él. Sin el respaldo de los compromisarios que votaron en la primera vuelta de las primarias por la exsecretaria general es improbable que Casado se hubiera hecho con el liderazgo del partido. El hasta entonces vicesecretario de Comunicación demostró su agradecimiento con la incorporación de varios miembros del equipo de Cospedal a la dirección nacional del PP, y situó a su jefa de campaña, la exministra Dolors Montserrat, en la portavocía del Congreso. Un cargo que no pocos en el partido dicen que le viene grande a la extitular de Sanidad.
SE ACABAN LOS INCONDICIONALES
Casado vino a decir en Huelva que en el PP se han acabado los apoyos incondicionales y lo de poner la mano en el fuego por alguien. La experiencia ha demostrado que no es un buen negocio político. Ya se hizo con Ana Mato, Rita Barberá, Cristina Cifuentes o José Manuel Soria, y el resultado está a la vista. Cospedal, explicó el líder popular, «en todo momento ha dado explicaciones y no ha mentido». De lo poco que dijo, fue lo más parecido a un espaldarazo. Además no es del todo cierto porque Cospedal sólo se ha explicado una vez, el lunes, cuando emitió un comunicado al trascender las charlas de Villarejo con su marido, Ignacio López del Hierro. Nada ha dicho, al menos en público, de la conversación en su despacho de la séptima planta de la sede nacional de la calle Génova interesándose por hacer «trabajos puntuales» para dificultar la investigación judicial de la ‘caja B del PP’.
La frialdad del líder del PP es una muestra del clima que reina entre los miembros de la dirección del partido. Se enteraron de los tratos de Cospedal con Villarejo cuando se filtró la conversación del excomisario con López del Hierro. Una información que restó fuerza a su ofensiva contra la ministra de Justicia por reunirse también con el policía, dio munición al Gobierno socialista para contraatacar y puso en tela de juicio el mensaje regeneracionista del «nuevo PP».
No es de extrañar por tanto que la respuesta del líder del partido haya sido entre tibia y gélida. Avisó que «su único compromiso» dentro del partido es «con los afiliados» que le eligieron presidente del PP. Los dirigentes del partido, explicó, deben tener una conducta fundamentada en la «ejemplaridad, transparencia y rendición de cuentas», y cualquier comportamiento que se aparte de esos tres principios tendrá su «rechazo».
Explicó que ha estado en contacto telefónico con la exsecretaria general. Tras esas charlas, dijo estar en condiciones de garantizar a su partido que «no hay nada que ocultar ni que temer por ninguna revelación que se pueda hacer» en el futuro. «Tengo absoluta tranquilidad», apostilló. Una afirmación arriesgada porque nadie sabe, salvo el excomisario, con qué dirigentes del PP se reunió en los últimos años ni si les grabó la conversación ni de qué hablaron.
La impresión entre los dirigentes populares es que Casado enseñó a Cospedal dónde está la puerta de salida si se conocen nuevas revelaciones comprometedoras. La exsecretaria general sólo retiene su escaño por Albacete en el Congreso ya que ha dejado la presidencia del partido en Castilla-La Mancha. Ha comunicado además a la dirección nacional que no piensen en ella para ninguna candidatura para las elecciones municipales de mayo. Aunque está en el aire que encabece la candidatura al Parlamento Europeo. Hasta que afloraron las conversaciones con el excomisario, tenía muchas opciones de ser la primera de la lista, pero ahora todo ha cambiado.