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La presión acaba con la carrera de Cospedal por sus charlas con Villarejo

La exsecretaria general pacta con Casado la renuncia al comité ejecutivo pero no deja el escaño.

Cospedal, en su escaño del Congreso. FERNANDO VILLAR

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León

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RAMÓN GORRIAGÁN | MADRID

María Dolores de Cospedal legó a primera hora de la mañana de ayer a la sede del PP en la calle Génova de Madrid. Se reunió con el presidente del partido y anunció a través de un comunicado su renuncia al comité ejecutivo nacional. En la conversación con Pablo Casado convinieron que mantuviera su escaño en el Congreso. Se convertía en la primera víctima política del comisario José Villarejo y sus grabaciones.

Una semana después de que se filtraran las primeras conversaciones del jubilado mando policial, en prisión desde hace un año, Cospedal ha dejado de pertenecer al máximo órgano de dirección del PP, al que entró como vocal después del congreso del partido de julio último por decisión expresa de Casado. Se va, escribió en su nota, «ante los múltiples ataques» recibidos por sus charlas con Villarejo y para «evitar que estos ataques se hagan extensivos» al PP y a su líder.

Más parece, según fuentes populares, que Cospedal haya pactado con Casado su salida del partido ante la presión interna tras conocerse las grabaciones, sobre todo la conversación entre ella, su marido, Ignacio López del Hierro, y el excomisario para investigar supuestos negocios turbios de Javier Arenas. El expresidente del PP andaluz fue un reconocido rival de la exsecretaria general, y su presencia hasta hace cuatro meses en el comité de dirección, el núcleo duro del partido, obedeció a la decisión expresa de Mariano Rajoy, que mantiene una estrecha relación con Arenas.

Cospedal aseguró que «nunca» ha mentido sobre su «conocimiento» de Villarejo y de las reuniones mantenidas con él en aras de proteger al PP. Lo que son mentiras, dice, son «las manipulaciones» en las cintas publicadas porque son «extractos editados» para «perjudicar y dañar» su imagen personal.

Para evitar que ese daño salpique al PP, renunció a su vocalía en el comité ejecutivo nacional, pero no al acta de diputada en el Congreso. Además es presidenta de la Comisión de Asuntos Exteriores y miembro de la Diputación Permanente de la Cámara, que le permite estar aforada durante toda la legislatura.

UN ASUNTO NADA PERSONAL

Ni Cospedal ni el PP aclararon si va a conservar esos cargos. «Le corresponde decidirlo a ella», señaló el secretario general, Teodoro García-Egea. El escaño, explicó, es «un asunto personal» en la que el partido no tiene «potestad». Indicó que la renuncia de su antecesora al comité ejecutivo se adoptó «de mutuo acuerdo» entre ella y Casado. Y no quiso hablar más del asunto. «El resto de las cuestiones no me corresponde a mi responderlas», zanjó ante una catarata de preguntas referidas al marido de Cospedal y su papel en el PP, la posibilidad de que aparezcan nuevas grabaciones, o la investigación a Arenas. Ante tal batería de interrogantes sólo dijo que era «un tema del pasado» que en nada afecta «a la actual dirección».

García Egea prefirió dirigir el debate hacia la ministra de Justicia, también grabada en charlas con el excomisario cuando era fiscal de la Audiencia Nacional. Dolores Delgado debe «dimitir con la misma rapidez», insistió una y otra vez el secretario general del PP, porque «mintió» al negar que conociera al policía.

UN RESPALDO SÓLO DE CORTESÍA

La renuncia de Cospedal se veía venir desde que el líder del partido le ofreció un respaldo de cortesía el pasado jueves. Ese día señaló en Huelva que su «único compromiso» dentro del PP es con los afiliados y avisó que cualquier conducta que no se rija por los principios de «ejemplaridad, transparencia y rendición de cuentas» contaría con su rechazo. Desde ese momento la presión, que ya existía, se acrecentó sobre la exsecretaria general pero también sobre Casado y la dirección para que forzaran su renuncia al cargo orgánico y también al escaño. En el PP, además del enfado por las grabaciones, hay una sensación de perplejidad por la actitud de Cospedal. «Ha sido una ingenua», se quejaba un diputado que recordó que ya a mediados de julio se conocieron las grabaciones de Villarejo a Corinna Larsen sobre sus relaciones y negocios con el rey Juan Carlos. Pensar, después de aquello, que no iban a aflorar las conversaciones del excomisario con dirigentes políticos era un «error de cálculo tremendo», señalaba el parlamentario.

En la dirección del partido están incómodos y nerviosos, pero guardaron silencio sobre los pasos que van a dar si se conocen nuevas conversaciones de la exsecretaria general o su marido con el policía. «Cuando lleguemos a ese río cruzaremos ese puente», señalaron fuentes próximas a Pablo Casado.

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