Diario de León

El ‘president’ no da margen para la distensión

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A pesar de que el Gobierno central le ha reiterado por activa y por pasiva su negativa a celebrar una cumbre de ejecutivo a ejecutivo, Quim Torra insistió ayer a Pedro Sánchez para que aproveche su visita a Barcelona el 21 de diciembre, con motivo de la celebración del Consejo de Ministros, para organizar una reunión entre los dos gobiernos y negociar una salida a la cuestión catalana.

Torra, que cada vez está en una situación más delicada por sus continuas salidas de tono, la contestación social y porque empieza a perder la confianza de sus socios, no cede ni un milímetro en su pulso con el resto de España. Se ha instalado en una reivindicación de máximos y de ahí no se mueve. De tal manera que, a su juicio, lo que los gobiernos central y catalán deberían negociar en la reunión que pide para el 21-D es el derecho de autodeterminación y la situación de los presos. Unas demandas que Pedro Sánchez ya ha dicho en varias ocasiones que son imposibles de asumir y que abocan al fracaso el diálogo entre las instituciones del Estado y las autonómicas catalanas. Torra, de hecho, se negó ayer a aceptar la legalidad estatutaria y la constitucional y afirmó que solo debe lealtad y fidelidad al Parlamento catalán.

Además, cuando parecía que empezaba a rectificar tras el error —así reconocido en el seno del secesionismo— de poner a Eslovenia como un ejemplo a seguir para Cataluña, el presidente de la Generalitat insistió ayer en una vía eslovena, pero sin violencia. Tras causar un gran revuelo el pasado fin de semana, ayer tuvo la ocasión de explicarse. Según el dirigente nacionalista, cuando se refería al caso del país balcánico lo que estaba recordando es que su secesión consistió en unas elecciones democráticas, en un referéndum de autodeterminación que el soberanismo ganó con una mayoría abrumadora y en una declaración de independencia. Y remachó: «Ahí acaba la vía eslovena».

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