Moreno promete gobernar «sin cordones sanitarios» a la derecha
Juan Manuel Moreno va tener en cuenta a Vox para gobernar Andalucía aunque la extrema derecha no tenga silla en el Gobierno. El candidato del PP anunció ayer en su discurso de investidura que quiere protagonizar en esa comunidad «algo parecido a una transición», un «cambio tranquilo» en el que impere el diálogo «entre todos». El suyo será, según dijo, Gobierno «sin complejos, sin prejuicios y sin cordones sanitarios».
El líder de los populares andaluces, una vez que logre este viernes los votos para ser investido presidente de la Junta de Andalucía, el primero no socialista desde la instauración de la autonomía, demostrará que es «un reformista radical» pero no extremista, porque tiene pensado un paquete de cambios legislativos que se harán con «la máxima participación y consenso». Moreno pronunció un discurso plagado de guiños a sus socios de Ciudadanos y Vox sin salirse del guión del programa de medidas pactado con la formación naranja, pero también con las acordadas con el partido de Santiago Abascal. Es más, al final de su intervención de hora y cuarto, tendió la mano al PSOE y agradeció a Susana Díaz su esfuerzo y dedicación a la región «con sus aciertos y errores». «Los andaluces han votado cambio y también diálogo», afirmó Moreno, y han dado la espalda a unos socialistas «acomodados en el triunfalismo y el conformismo», una actitud que ha sido «paralizante» para la comunidad.
Pero ese escenario, añadió, ha cambiado, ha llegado al «fin de un ciclo político» y anunció una batería de medidas acordadas con sus socios, como una rebaja impositiva con la bonificación del impuesto de sucesiones a la cabeza, y la puesta en marcha de una auditoria general para eliminar las estructuras innecesarias, así como una reforma de la ley electoral para limitar a ocho años los mandatos de presidentes y consejeros. El candidato nadó entre dos aguas en dos de los asuntos más espinosos en la negociación con Vox, la creación de una Consejería de Familia y la revisión de las políticas de igualdad y contra la violencia de género.
Apuntó que habrá una ley para la atención de las familias, con especial atención a las numerosas y monoparentales, y avisó al partido de extrema derecha que las de familia son políticas transversales que se ejecutarán en diversos departamentos, no en una sola consejería.
También subrayó que su Ejecutivo no dará un paso atrás en la lucha por la igualdad y contra la violencia de género. Eso sí, se refirió al «maltrato» sin apellidos de género. Es una «lacra social a erradicar» y ofreció refugio a «quienes sufran violencia física, psicológica o social, de cualquier tipo y en cualquier ámbito». El líder del PP andaluz también quiso acabar con las críticas a la tutela sobre su actuación desde la dirección del partido en Madrid. La mayor parte de las negociaciones para pactar la investidura tuvieron como protagonistas a los secretarios generales del PP, Ciudadanos y Vox, mientras que los responsables andaluces redujeron sus contactos a la estructura del Gobierno y al reparto de consejerías. «El Gobierno de cambio —afirmó— se presenta libre de cualquier rémora, autónomo para actuar y soberano en la toma de decisiones».
También garantizó que Andalucía tendrá «más peso en la defensa de un proyecto del que somos parte fundamental como es España». El PP siempre ha reprochado a Díaz y los socialistas una postura a su entender «tibia» ante el desafío soberanista en Cataluña para no entrar en contradicción con la estrategia de Pedro Sánchez. «Mi Gobierno —garantizó— se pondrá al frente de la defensa de los intereses andaluces en una España unida, sólida y solidaria».
Su discurso, como se sabía de antemano, cosechó división de opiniones.