Miles de feministas empañan con la protesta el discurso de investidura de Juanma Moreno
La marea morada volvió a manifestarse ayer en León. En León, la concentración sumó en la plaza de Botines medio millar de personas. En las pancartas podía leerse que los extremistas no acabarán con los logros de los derechos de la mujer. En Ponferrada, la Plataforma Municipalistas por el Cambio se sumó a la Plataforma contra las Violencias Machistas en su convocatoria.
«No podemos callar ante los reiterados y retrógrados intentos de arrebatarnos derechos básicos, pero que tanto ha costado conquistar; al contrario, ante los ataques debemos de mostrarnos aún más firmes y exigentes», añadió un portavoz.
Las puertas del Parlamento andaluz se empeñaron este martes en desmentir el «cambio tranquilo» que, en la sala de plenos, auguraba el líder del PP y futuro presidente de la Junta de Andalucía Juan Manuel Moreno, el primero de un partido de centro derecha. Al grito de «Fuera machistas del Parlamento» o «No habrá paz sin igualdad», miles de personas provenientes de toda Andalucía y vinculados fundamentalmente a los colectivos feministas, pero también a organizaciones sindicales o incluso partidos, quisieron hacer ver que estarán vigilantes frente a lo que consideraron «un vergonzoso pacto de gobierno» para lograr la investidura a cambio de retrocesos en las políticas de igualdad y de violencia de género.
Desde primera hora de la mañana comenzaron a aparecer autobuses ante la sede de la Cámara autonómica. Muchos de ellos fletados por el PSOE, como demostraban los carteles que lucían en sus frontales. De ellos bajó una auténtica marea violeta, más de 3.000 personas que, bandera en mano y colapsando las calles limítrofes, quiso que se escuchara la voz de más del 50 por ciento de la población en una protesta que el PP calificó de «escrache». Vox, principal objetivo de las críticas, fue más allá y lo tildó de «kale borroka», aglutinándolo con los incidentes que la formación de ultraderecha está sufriendo en los últimos días en sus distintas sedes. Una indignación que fue mayor tras comprobar cómo algunos dirigentes socialistas o de Adelante Andalucía se acercaban a los concentrados para saludarles e intercambiar impresiones.