Torra reta a la junta electoral y mantiene los lazos amarillos en la Generalitat
El jefe del operativo. del 1-O relata agresiones con bolas de acero y productos deslizantes.
C. REINO | BARCELONA
La decisión de colocar un gran lazo amarillo en la fachada del Palau de la Generalitat en el que se pide la puesta en «libertad de los presos políticos y los exiliados» fue la primera medida que adoptó Quim Torra en cuanto tomó posesión del cargo y ocupó el despacho en la Generalitat, hace poco menos de un año. La voluntad de defender esa decisión hasta el final es la que puede acarrearle la inhabilitación. El presidente de la Generalitat tenía 24 horas para dar la orden de retirada de toda la simbología soberanista, ya sea lazos amarillos o esteladas, de los edificios del Gobierno catalán, empezando por su sede, el Palau de la Generalitat. Pero Torra volvió a desoír a la Junta Electoral Central y se situó al borde de la desobediencia.
Ya existe el antecedente de la alcaldesa de Berga, que fue condenada a seis meses de inhabilitación por negarse a descolgar una bandera independentista de la fachada del consistorio barcelonés. En el caso de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, días atrás, retiró las pancartas y acató la orden. El líder nacionalista se la juega, pero la batalla de los lazos aún puede dar unos cuantos giros argumentales. No hay que descartar nada, ni siquiera que el presidente acabe dando la orden de descolgar la simbología soberanista.
Así, el dirigente nacionalista ha encargado un informe al Síndic de Greuges (el defensor del pueblo catalán) en el que le pide que determine si la Generalitat tiene que retirar lazos y esteladas y en caso afirmativo que evalúe cuáles de ellos tienen que ser descolgados, cómo y cuándo.
El comandante de la Guardia Civil que fue responsable del operativo frente al 1-O en 19 localidades rurales de Cataluña relató ayer durante su comparecencia en el juicio por el ‘procés’ independentista en el Tribunal Supremo las diferentes agresiones que sufrieron los agentes a su cargo en lo centros de votación durante aquella jornada, que iban desde mordiscos a lanzamiento de botellas, sillas e incluso bolas de acero y un intento de atropello con moto además del uso de productos deslizantes.
Un guardia civil relató también las agresiones, entre ellas un intento de atropello y de sustracción del arma, que sufrieron varios agentes el 1-O, donde se dieron enfrentamientos «propiciados» por los Mossos hasta el punto de que uno llegó a decir que «solo» obedecía al mayor Josep Lluís Trapero.