Cifuentes atribuye su caída al «fuego amigo» en el PP y a intereses empresariales
NURIA VEGA | MADRID
El PP de Mariano Rajoy temió el desgaste de un nuevo escándalo tanto como la imagen de un partido en el que se cobran ‘vendettas’. Sin embargo, la polémica del máster de Cristina Cifuentes y, sobre todo, su dimisión precipitada por la filtración del vídeo de las cremas sustraídas avivaron en 2018 la tesis de que el enemigo quizá dormía en las filas conservadoras. Ahora, casi un año y medio después, la expresidenta de la Comunidad de Madrid no tiene inconveniente en sostener lo que entonces sólo quedó sugerido: «Hubo fuego amigo en el Partido Popular».
Cifuentes no cree que su final fuera casual, sino más bien parte de un plan diseñado «en un despacho» y ejecutado con «precisión matemática», «cloacas del Estado» mediante. Atribuye, de hecho, a su determinación por «levantar alfombras» y a su perfil como posible sucesora de Rajoy que hubiese en el partido a quien le «venía de miedo» su salida de la política.
Pero, además, ayer no descartó que los intereses de un empresario o empresarios a los que rehusó identificar también contribuyeran a la «tormenta perfecta». La sombra de la corrupción.
Su reaparición en una entrevista en Telecinco no generó más comentarios en el PP que el del «respeto» a sus declaraciones. Fuentes de la dirección incidieron en que Cifuentes está desvinculada del partido tras solicitar la baja temporal de militancia en marzo y evitaron polemizar con la expresidenta madrileña. Su citación y, sobre todo, la de Esperanza Aguirre en la causa que investiga la trama de corrupción que ha vuelto a situar al PP en el debate sobre cómo gestionar los autos judiciales y marcar distancias con los escándalos.
CASADO, EQUILIBRISTA
La cúpula de Casado ha hecho equilibrios para reivindicar su compromiso con la regeneración sin romper con una de sus exdirigentes más emblemáticas y ha optado por la defensa de la presunción de inocencia. Pero lo que más ha descuadrado a los populares es que Ciudadanos haya aprovechado para enturbiar la imagen del PP. En Génova no ocultan el malestar con Albert Rivera, que rechazó su oferta de coalición electoral con el argumento de que «España suma, pero la corrupción resta» y que avisó de que no está en el Gobierno de la Comunidad de Madrid para tapar la «basura» de su socio. Casado replicó este lunes que no aceptará «carnés de honestidad» y quiso poner a salvo su proyecto de los casos de corrupción: «No vamos a tolerar que nadie haga lo que no tenga que hacer y que nuestros adversarios intenten hacernos responsables de lo que pasó hace décadas». Dicho esto, mano tendida a Ciudadanos.