Torra quita la pancarta de los presos y pone otra por la libertad de expresión
Quim Torra tenía un dilema: acatar o desobedecer. O mantenía la palabra de que no daría su brazo a torcer o se enfrentaba a una imagen difícil de digerir, la de los Mossos d’Esquadra descolgando el cartel dando cumplimiento a una orden judicial.
Como ya ocurrió en marzo, el presidente de la Generalitat tuvo que tragarse ayer sus palabras y sobre las tres y media de la tarde dos funcionarios del Gobierno catalán salieron al balcón de la sede de la Presidencia y retiraron la polémica pancarta con el lema ‘Libertad presos políticos y exiliados’. Torra rectificaba una vez más, eso sí, fuera de plazo y con el riesgo de que le caiga una nueva querella. Como ya hizo en el caso anterior, por el que será juzgado, Torra quiso salvar su honrilla para que nadie le acuse de plegarse a la justicia, y colgó tres horas después una segunda pancarta, en este caso a favor de la libertad de expresión y de opinión, sin lazo amarillo y sin mención a los presos. Torra retrocedió además a su época de activista, cuando era dirigente de Ómnium, y cedió el balcón de la sede de la Generalitat a algunos agitadores del movimiento secesionista, como el cantante Lluís Llach, el dirigente de la CUP Antonio Baños o la actriz Sílvia Bel, para escenificar que fue la ciudadanía movilizada (puño en alto, en el caso de Baños) la que colgó la nueva pancarta.
Torra será juzgado el 18 de noviembre por un delito de desobediencia. Cs recurrió la colocación del cartel en la campaña de las pasadas elecciones generales.