Pedro Sánchez congela la reunión con Torra hasta que no acate el fallo
R. GORRIARÁN / N. VEGA | MADRID
La petición de reunión urgente con el presidente del Gobierno formulada por Quim Torra tendrá que esperar. Pedro Sánchez no tiene la menor intención de atender a los requerimientos del presidente de la Generalitat hasta que no acate la sentencia del Tribunal Supremo a los líderes del procés .
En la Moncloa dan a Torra por caso casi perdido porque todos los gestos de distensión, y hasta los gestos conciliadores que le han prodigado, han sido respondidos bien con un portazo, bien con la retórica independentista que aborta cualquier posibilidad de entendimiento. La carta que anunció el lunes el presidente catalán está en poder de Sánchez, pero seguirá por ahora en el cajón de su mesa. El Gobierno condiciona la celebración de la reunión a un giro de 180 grados por parte del máximo representantes de la Generalitat.
El primer paso que debería dar Torra, explicó ayer el ministro y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, es acatar la sentencia del Supremo, un fallo que el gobernante catalán tachó de «venganza», de «juicio político al independentismo» y de «persecución propia de regímenes autoritarios caducos». Con estos mimbres, en la Moncloa ven imposible concertar ahora una cita a pesar de que Sánchez dijo este mismo lunes que mantiene abierta la vía del diálogo.
El presidente del Gobierno, además, salió escaldado de su último encuentro con Torra, el pasado diciembre en Barcelona con motivo de una reunión del Consejo de Ministros en la capital catalana. La Moncloa accedió a algunas de las peticiones del presidente de la Generalitat, entre ellas una especie de encuentro bilateral de ambas delegaciones, un formato que levantó ampollas en la oposición porque las reuniones a ese nivel solo se mantienen entre gobiernos de diferentes países.
Ambos gobernantes firmaron la llamada ‘Declaración de Pedralbes’, aunque Torra filtró a los medios de comunicación un listado con 21 exigencias que entregó a Sánchez para normalizar las relaciones. Entre ellas la incorporación a la mesa de diálogo de un relator o mediador, demanda que desató un vendaval de críticas al presidente Sánchez, incluso desde las filas socialistas.
Pero es que, además, para la estrategia electoral socialista de discurso recio contra el soberanismo sería una flagrante incoherencia compartir fotografía y sofá en la Moncloa. En síntesis, que el encuentro «no está previsto en estos momentos», zanjó Ábalos.
Ese encuentro, si es que llega a celebrarse, se producirá después del 10 de noviembre, apuntan fuentes socialistas. El que nunca va a materializarse es el del rey. Torra junto a la carta a Sánchez envió otra a Felipe VI con idéntico objetivo. Algo poco comprensible, a juicio de la vicepresidenta Carmen Calvo, porque el jefe del Estado «no entra directamente en política». Además, añadió, demuestra muy poca coherencia abogar por la república catalana y pedir al rey que interponga sus buenos oficios.
En el Gobierno tampoco entienden la actitud del presidente catalán con las algaradas callejeras. Es un monumento a «la contradicción» porque, por un lado, alienta «las convocatorias a los ciudadanos» para que se sumen a las movilizaciones de protesta por las penas impuestas, pero, por otro, «moviliza» a los Mossos d’Esquadra para que repriman las protestas.
En la Moncloa, de todas maneras, hay esperanzas de que el presidente de la Generalitat y el mundo independentista se den «un baño de realidad» con la sentencia.
Decepción en el PP
El PP se había propuesto la semana pasada no entrar en los pormenores de la sentencia del Tribunal Supremo y mantener la actitud de quien aspira a ser relevo en la Moncloa. El propio Pablo Casado evitó el lunes valorar el contenido de la resolución y celebró que «quien la hace, la paga». Aun así, en las filas conservadoras se escucha el lamento por haber quedado descartado el delito de rebelión. La más explícita fue ayer Cayetana Álvarez de Toledo, que confesó su «decepción» con «algunos aspectos» del relato de los magistrados.