El constitucionalismo también pierde fuelle en la marcha contra el ‘procés’
m. sáiz-pardo | barcelona
El constitucionalismo volvió a las calles de Barcelona dos años después. Pero no con la fuerza que quería. Como ocurrió el sábado en la cita del independentismo, la marcha convocada ayer por Societat Civil Catalana (SCC) evidenció cierto desgaste, al menos en la capacidad de movilización. La que debía ser la gran marcha para decir «¡basta!» al procés y escenificar el hartazgo por la deriva independentista tras la sentencia del Supremo solo congregó a 80.000 personas, según la Guardia Urbana (400.000 según los organizadores).
Las cifras quedaron muy lejos de las históricas manifestaciones celebradas en otoño 2017, cuando los contrarios al secesionismo salieron por primera vez a la calle para exhibir músculo en los momentos más convulsos del procés , quizás porque el españolismo catalán no ve ahora como un riego real la segregación del territorio nacional. El 8 de octubre de 2017, el corazón de la ciudad condal acogió la primera convocatoria, en la que participaron 350.000 personas según la Guardia Urbana y un millón según la entidad organizadora. Dos días después de la declaración unilateral de independencia (DUI) del 27 de octubre de 2017, Barcelona volvió a ser el escenario de una manifestación que reunió a unas 300.000 personas según la Guardia Urbana y 1,3 millones según cálculos de SCC.
La cita de ayer, además, tuvo lugar solo 19 horas después de que el independentismo sacara a la calle, siempre según los cálculos del Ayuntamiento, a 350.000 personas, más de cuatro veces de los congregados ayer por la mañana. Las comparaciones iban a ser inevitables. Pero más allá de la guerra de cifras, la tercera gran manifestación de rechazo al secesionismo en Barcelona desde el inicio del procés trascurrió en absoluta tranquilidad y bajo el lema ‘Por la concordia, por Cataluña: ¡Basta!’. Los miles de congregados llenaron la calzada, que no las aceras, del céntrico Paseo de Gracia, escenario en los últimos días de algunos de los más graves altercados.
Las banderas españolas se mezclaron con las enseñas europeas y, sobre todo, con centenares de senyeras, la bandera oficial catalana que el independentismo parece haber orillado definitivamente en favor de la estelada. Los clásicos cánticos de «yo soy español, español.» o «Puigdemont a prisión» se mezclaron con nuevos ‘himnos’ como el de los «extintores serán siempre nuestros» en contraposición al grito de guerra de los secesionistas de que «las calles serán siempre nuestras».
Durante dos horas y media, los constitucionalistas se dejaron oír y se sacudieron los complejos en el Paseo de Gracia con Gran Vía, muy cerca de donde horas antes las barricadas de fuego de los independentistas ardían poniendo punto final a la jornada secesionista del sábado.
Societat Civil Catalana había puesto el acento desde el principio en que ésta iba a ser una manifestación sin siglas políticas, a pesar de haber invitado a participar a los representantes de todos los partidos no independentistas, con excepción de Vox. De hecho había reservado la cabecera de la manifestación y los parlamentos a personas desconocidas. Pero al final, el desembarco masivo de políticos de los partidos -también, por su cuenta y riesgo del diputado de Vox, Ignacio Garriga- lo copó todo, hasta el punto de que los líderes del PP y Ciudadanos se dejaron ver en las primeras filas.
El punto central del acto fue la lectura -en castellano, catalán, inglés y francés- de un manifiesto denominado ‘Por el fin de la política de exclusión’ en el que SCC exigió «el final del experimento social que ha sido el procés y el final de la forma de hacer política que lo ha engendrado». El presidente de SCC, Fernando Sánchez Costa, puso punto final al acto agradeciendo el trabajo de la policía catalana al grito de «todos somos los Mossos» y pidiendo a la Policía y la Guardia Civil que no se marchen «nunca» de Cataluña.