El ministro de Exteriores ruso asegura «no saber nada» de los espías en el ‘procés’
m. sáiz-pardo | madrid
Ninguna sorpresa. Como era de esperar el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, afirma «no saber nada» de la supuesta trama de espías de su país que operó en Cataluña durante el otoño de 2017.
Según informó su homólogo español, Josep Borrell, el espinoso tema del presunto desembarco durante el procés de miembros de la Unidad 29155, la élite de los servicios secretos, formó parte de las conversaciones en el encuentro que ambos mantuvieron ayer en la localidad japonesa de Nagoya, en el marco de una cumbre ministerial del G-20. Pero el intento fue baldío. Borrell admitió que no pudo presionar mucho a Lavrov porque «tampoco le pude trasladar mucho».
Y es que tres días después de que saliera a la luz la existencia de la investigación del juez Manuel García-Castellón, el máximo responsable de la diplomacia española insiste en que no tiene «más información que la de la prensa». «Solo tengo las noticias que aparecen en los medios de comunicación de procedimientos judiciales que son supuestamente secretos, pero que nos encontramos radiados y televisados», se limitó a señalar Josep Borrell.
Según informaron fuentes gubernamentales, el Ejecutivo, con esta tímida gestión de Borrell ante Lavrov, da por cerrado el asunto. A Exteriores le vale la previsible respuesta del ministro ruso y no se plantea ir más allá -como sería presentar una queja diplomática- mientras no se conozcan los resultados de la investigación judicial. Responsables gubernamentales insisten en que solo cabrían medidas diplomáticas en el caso de que las pesquisas probaran la intervención de Moscú en las maniobras de desestabilización.
En la Moncloa, como ya se hizo con Mariano Rajoy, que es cuando comenzaron las injerencias de Moscú, se prefiere mantener el status quo actual. Esto es, algo parecido a hacer la vista gorda. Los informes del CNI y del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) vienen insistiendo desde 2013 de las actividades cada vez más «agresivas» de servicios de «países hostiles», el eufemismo con el que se refieren en la inmensa mayoría de los casos al espionaje ruso.
La respuesta de la contrainteligencia española, como recogen los documentos del DSN, es solventar estos encontronazos con Moscú sin escándalos y «mediante expulsiones oficiales» de los espías o «neutralizaciones discretas sin proceder a la comunicación oficial» de esos agentes.