Sánchez se abre a crear para Cataluña una consulta no prevista en la actual legislación
El acuerdo con ERC exige que en 15 días a partir de la formación del Gobierno arranque una mesa de diálogo con la Generalitat
Sánchez está dispuesto a crear un mecanismo de consulta a la ciudadanía catalana no contemplado en el actual ordenamiento jurídico. Es una de las principales claves del acuerdo que le garantizará la abstención determinante de Esquerra Republicana de Catalunya en su investidura. El texto, que fue dado a conocer ayer, después de que el Consell Nacional de la formación secesionista le diera luz verde, apenas tiene página y media y está plagado de ambigüedades, lo que permite a ambas partes interpretarlo de la manera más acorde a sus propios intereses. En todo caso, contempla, como exigían los republicanos, la creación de una mesa entre el Ejecutivo y la Generalitat para discutir sobre el estatus político de Cataluña.
Ese foro, de nueva creación, será paritario -es decir, en él habrá dos delegaciones elegidas libremente por las partes y de idéntico número- y deberá empezar a funcionar, según lo pactado, quince días después de que se haya constituido el Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos, lo que podría tener lugar entre la semana que viene y la próxima. Los socialistas no ponen esta vez ninguna pega a que la Generalitat ponga encima de la mesa una propuesta para un referéndum de autodeterminación, algo que sí se presentó como un escollo en febrero del pasado año cuando trataba de negociar el apoyo de los secesionistas a sus Presupuestos, pero en ningún caso se comprometen a aceptarlo.
El documento establece expresamente que en ese espacio, del que se desvinculó el presidente de la Generalitat, Quim Torra, deberán buscarse «acuerdos que cuenten con un apoyo amplio de la sociedad catalana». Y a continuación llegaría la parte clave: «Ambas partes se comprometen a impulsar la efectividad de los acuerdos que se adopten a través de los procedimientos oportunos». Para materializar esos eventuales acuerdos el PSOE ha aceptado someterlos «en su caso» a una «validación democrática» a través de consulta a la ciudadanía catalana.
En principio, cabría pensar que los socialistas apelan en este párrafo a algo que siempre han planteado, una nueva reforma del Estatuto que exigiría el correspondiente referéndum. Pero el texto abre una posibilidad que va más allá. No en vano, habla de una consulta «de acuerdo con los mecanismos previstos o -y aquí vendría el matiz importante- que puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político». Es decir, que no se descarta una modificación legislativa ‘ad hoc’.
Los socialistas han logrado introducir como ligera salvaguarda que no sólo lo que pacten los Gobiernos tendrá trascendencia. Y en el texto se matiza que la mesa deberá trabajar en coordinación con otros espacios de diálogo institucionales como la Comisión Bilateral Generalitat-Estado recogida en el Estatuto de Autonomía y la mesa de partidos que se creó en el Parlamento catalán pero que no ha llegado a funcionar nunca.
Con su pacto con el partido de Oriol Junqueras, Sánchez se garantiza, salvo sorpresa, que el próximo martes 7 será investido presidente del Gobierno, pero no necesariamente dispondrá de estabilidad para gobernar porque con los republicanos no se ha acordado, por ejemplo, el apoyo a las cuentas públicas u otras iniciativas legislativas. Es más, Esquerra estará en condiciones de supeditar su apoyo, cada vez que sea necesario, a avances en la mesa de negociación. El punto cuarto del acuerdo dice que se establecerán «mecanismos para garantizar el inicio y mantenimiento de su actividad (de la mesa) y el cumplimiento de los acuerdos».
A cambio, sin embargo, la formación independentista no ha fijado ningún plazo temporal para alcanzar un acuerdo.
Ya hace tiempo que Esquerra trata de desmarcarse de sus socios en Cataluña. Lo hizo en la votación de julio pasado y lo hará en esta nueva ocasión. El vicepresidente de la Generalitat y coordinador del partido, Pere Aragonès, que sale reforzado tras el Consell Nacional de ayer, trasladó a la militancia que «vale la pena» intentar una negociación con el Gobierno aunque «no será fácil, ni de un día para otro». «No somos ingenuos y no vamos a vender magia», dijo. Su propuesta obtuvo el apoyo del 96% de los consejeros del partido, sin apenas oposición.