Perfil
Pedro Sánchez, resistencia de manual
Ha tardado 254 días -los que lleva en funciones desde los comicios de abril- y le ha costado caro, con un Gobierno de coalición con Podemos del que antes renegaba y un acuerdo con ERC a pesar de sus promesas de que nunca pactaría con el independentismo.
Pero al final, Pedro Sánchez ha conseguido lo que quería y se queda en La Moncloa, tras haber sido investido por el Congreso, por un margen muy ajustado, presidente del Gobierno.
De nuevo la resistencia, esa de la que tanto presume y con la que tituló sus memorias ("Manual de resistencia"), le ha traído hasta aquí. Aunque esta vez haya venido acompañada de todo tipo de vaivenes, con negociaciones frustradas y elecciones repetidas, y de más de una renuncia, empezando por la de gobernar en solitario.
Secretario general del PSOE tras ganar las primarias del partido en dos ocasiones -la primera en 2014 y la segunda en 2017 con un regreso triunfal después de dimitir por negarse a facilitar la investidura de Mariano Rajoy-, candidato a la Presidencia del Gobierno en cuatro elecciones y el único presidente de la democracia que accedía al cargo tras una moción de censura.
Una carrera fulgurante que le ha llevado hasta este momento en el que logra por fin, tras dos investiduras fallidas -en 2016 y el verano pasado-, que el Congreso le haga presidente por la vía ordinaria.
A lo largo del debate de investidura, Sánchez ha defendido no sólo su programa, también la coalición con Podemos como el Gobierno "progresista y moderado" que piden y necesitan los españoles en este momento, y ha asegurado afrontar esta nueva etapa con ilusión y "espíritu de equipo".
Y es que ahora le toca dirigir un Gobierno que será complicado por bipartidista y heterogéneo y en el que tendrá a su socio preferente y al mismo tiempo rival por la izquierda, Pablo Iglesias, como uno de los vicepresidentes de su próximo gabinete.
Atrás quedarán esas noches de insomnio que aseguraba tendría si permitía a Podemos ocupar asientos en su Consejo de Ministros. Y atrás quedan también las promesas de no llegar a acuerdos con los independentistas.
Porque Sánchez, en realidad, no cerró nunca esa puerta, como tampoco descartaba nunca la posibilidad de ser investido con las abstenciones de la derecha, que siempre pedía pero que nunca llegaron.
El presidente del Gobierno llega a esta meta, además, tras una repetición electoral en la que erró en sus cálculos si pensaba que obtendría más apoyos, porque ocurrió lo contrario.
Se vio así abocado a transigir, y por eso dos días después del 10 de noviembre anunciaba junto a Pablo Iglesias un preacuerdo para un Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos.
Aquel día, un sonriente y sentido Iglesias abrazaba al presidente en funciones tras sellar el pacto, mientras Sánchez, más comedido y con peor cara, asumía su nuevo destino de coordinar un gabinete bipartito.
Mucho más sonriente apareció el pasado 30 de diciembre, de nuevo junto a Iglesias, para firmar el acuerdo programático de su futuro Gobierno, porque entonces ya contaba -a la espera de la confirmación oficial del Consell de ERC, que llegaría el 2 de enero- con que tendría los apoyos para ser investido.
Y todo ha ocurrido en el mismo escenario en el que Sánchez ha vivido los momentos más importantes de su carrera política.
El mismo hemiciclo donde no logró ser investido en 2016, que le vio después marcharse porque se mantuvo en el "no es no" y no quiso abstenerse para investir a Mariano Rajoy.
El mismo hemiciclo en el que en 2018 se convirtió en el primer presidente de la democracia salido de una moción de censura y el mismo donde el pasado julio no consiguió la confianza de la Cámara tras saltar por los aires sus negociaciones con Iglesias.
En este mismo hemiciclo -aunque con una composición muy distinta a todas las anteriores- Pedro Sánchez ha sido elegido hoy presidente por 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones.
Ha sido con un margen muy pequeño y con el contexto político más crispado y difícil de los últimos años, pero Pedro Sánchez ha conseguido, una vez más, resistir. Ahora le toca demostrar que puede seguir haciéndolo