Diario de León

Torra hace una voladura controlada de su mandato y convoca elecciones en Cataluña

El presidente de la Generalitat evita un divorcio traumático con ERC y explorará el diálogo con Pedro Sánchez

Torra tras la declaración institucional que ha ofrecido ayer en el Palau de la Generalitat disolviendo la legislatura catalana.

Torra tras la declaración institucional que ha ofrecido ayer en el Palau de la Generalitat disolviendo la legislatura catalana.

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Quim Torra tiene los días contados como presidente de la Generalitat. Por un lado porque el Tribunal Supremo puede inhabilitarle en cualquier momento y porque el propio jefe del Ejecutivo catalán dio ayer la puntilla a su mandato, que ha estado marcado por un continuo enfrentamiento entre los dos socios de la Generalitat, JxCat y ERC.

El presidente de la Generalitat anunció en un discurso institucional desde la galería gótica de la Presidencia del Gobierno catalán que, una vez se aprueben los Presupuestos de la Generalitat en la Cámara, hará pública la fecha de la convocatoria de unas elecciones anticipadas.

Las previsiones sitúan los comicios como muy pronto entre mayo y junio. El propio dirigente soberanista reconoció en su alocución, en la que compareció solo, que la «legislatura no tiene más recorrido», «ha llegado a su fin» y es «imprescindible volver a dar la palabra a la ciudadanía».

La bronca entre los dos socios secesionistas viene de lejos, casi desde la noche del 1 de octubre de 2017, pero la gota que colmó el vaso fue el episodio del lunes pasado en la Cámara catalana.

TORRENT ACATA

El presidente del Parlamento, Roger Torrent, acató la orden de retirar el escaño a Torra dictada por la Junta Electoral Central, lo que para Torra fue una declaración de guerra. Los independentistas guardaron las formas el martes durante la comparecencia de los presos en el Parlament pero por la noche el presidente pasó al ataque.

A final atendió los consejos de algunos de los consejeros de JxCat, de los alcaldes de su partido y del propio Carles Puigdemont, que no era partidario de ir a elecciones de forma inmediata, y optó por una vía intermedia, que en la práctica supone una voladura controlada de la legislatura. Tenía sobre la mesa un plan bastante más radical que consistía en destituir a su vicepresidente, el republicano Pere Aragonès, y nombrar en su lugar a un dirigente de JxCat de su confianza.

Los posconvergentes se aseguraban de esa forma que en caso de inhabilitación del president, quien asumía el cargo de forma interina era un miembro de JxCat y no uno de Esquerra. Pero el relevo de Aragonès hubiera supuesto la salida de Esquerra del Ejecutivo y la ruptura definitiva y traumática entre JxCat y ERC.

El cuerpo le pedía a Torra otra salida y, sin embargo optó por no romper el Govern, al que da tiempo para aprobar las cuentas y pueda empezar a aumentar el gasto público con la vista puesta en las elecciones. Trata además de arrebatar a Aragonès la medalla de haber conseguido tener Presupuestos por primera vez desde 2017.

Torra esquivó además aparecer como el responsable de la fractura soberanista, de la que culpabilizó a los republicanos por permitir que el presidente de la Generalitat se quedara sin acta de diputado y quedara a la «intemperie».

«La represión se combate sin doblegarse», tiró con veneno contra Esquerra a la que tachó de socia «desleal».

Fue duro aunque dejó puertas abiertas. De hecho, apeló a que en el futuro esta unidad pueda rehacerse.

JxCat evitó ayer dinamitar todos los puentes con los republicanos porque ‘arrieros somos y en el camino nos encontraremos’, y si bien se especula con que un tripartito de izquierdas con ERC, PSC y los comunes sería posible si dan las sumas tras las elecciones, también sería factible la reedición de otro gobierno de coalición independentista.

El president no se movió un milímetro de su discurso y dijo que los comicios deben servir para culminar el proceso hacia la independencia.

ERC no quiso hacer valoraciones en público y se limitó a emitir un comunicado neutrom en el que eludió los reproches, no replicó a los ataques y respetó su decisión. Esquerra hace tiempo que dio por liquidada la legislatura, y comparte la necesidad de que se aprueben las cuentas y luego elecciones. Eso sí, criticaron que no conocían los planes de Torra. Aragonès se enteró del anuncio solo cinco minutos antes.

El PSC, por su parte, pidió elecciones inmediatas. Ciudadanos exigió a Sánchez que destituya a Torra y convoque elecciones aplicando el 155. El PP advirtió de que todo lo que firme el inquilino del Palau no será válido porque no es president.

Aprovechar la reunión

La declaración institucional de Torra se produjo un día después de que Pedro Sánchez confirmara su reunión con el gobernante catalán en Barcelona el 6 de febrero. El encuentro debería servir para fijar el inicio de la mesa de diálogo entre los dos gobiernos.

El presidente de la Generalitat tampoco está dispuesto a que ERC capitalice el mérito de haber sentado al Gobierno a abordar la cuestión catalana, y aseguró que tiene la responsabilidad y la determinación de «explorar la voluntad real» del Ejecutivo central para afrontar una negociación «de verdad». «La semana que viene me reuniré con Sánchez», remató. La otra cuestión que tiene que resolver JxCat es la del candidato. Puigdemont puede ser quien concurra como cabeza de cartel, pero a los posconvergentes les falta el aspirante efectivo, el que pueda tomar posesión de su acta y presentarse a un debate de investidura.

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