Sánchez y Torra se reunirán en el Palau de la Generalitat para tratar temas sin vetos

Pedro Sánchez ha vuelto al plan original de negociación con el secesionismo sin modificaciones. Ninguna. El encuentro en la Moncloa con el portavoz parlamentario de Esquerra, Gabriel Rufián, no sólo sirvió el jueves para que diera marcha atrás en su decisión de suspender hasta después de los comicios catalanes la mesa de diálogo entre gobiernos que pactó a cambio de su investidura, también llevó al jefe del Ejecutivo a rectificar el marco en el que había decidido encuadrar su próxima reunión con el presidente de la Generalitat, Quim Torra. Ya hay poca duda de que no versará sobre asuntos administrativos.

El Gobierno catalán confirmó ayer que la cita se celebrará el próximo jueves, 6 de febrero (lo que ya estaba previsto) y que tendrá lugar en el Palau de la Generalitat a las 12.00 horas (los dos datos que faltaban por conocer). Pero lo sustancial es que el anunció llegó después de que el Gobierno trasladara el jueves que, aunque seguiría habiendo encuentro, sólo tendría por objeto abordar «los problemas urgentes de la sociedad catalana» como las consecuencias de la borrasca Gloria y de que la Generalitat advirtiera en un comunicado posterior que la intención de Torra es «afrontar problemas de fondo del conflicto político entre Cataluña y España» y plantear el derecho de autodeterminación y la amnistía de los condenados del procés .

Gesto del presidente

El hecho de que la reunión vaya a celebrarse en la sede del Gobierno catalán y no en un lugar externo, como ocurrió en 2018 con el encuentro en el palacio de Pedralbes, es ya en sí mismo un gesto por parte del jefe del Ejecutivo, aunque ni es la primera vez que un presidente tiene esa deferencia -Felipe González lo hizo con Jordi Pujol en 1988 y José Luis Rodríguez con Pasqual Maragall y con José Montilla en 2004, 2006 y 2007- ni Torra será el único gobernante autonómico en recibir a Sánchez en su sede. Porque, según anunció él mismo en su entrevista del pasado 20 de enero en TVE, tiene intención de hacer lo mismo con todos los gobernantes autonómicos. Lo que es radicalmente distinto, por más que desde Moncloa se trate de dar a la cita un tinte de homogeneidad, es la temática. Esquerra, que el jueves dejó claro su malestar por el hecho de que el Gobierno pretendiera paralizar el diálogo sobre el futuro de Cataluña -que, según lo pactado, debería culminar en una «consulta a la ciudadanía» catalana- ya subrayó que el encuentro con Torra ha de servir, entre otras cosas, para poner fecha a la primera reunión bilateral y paritaria entre gobiernos. Y Sánchez cedió, entre otras cosas, porque el apoyo de los republicanos es crucial para lograr aprobar tanto los Presupuestos Generales del Estado como otras leyes orgánicas que forman parte del programa de Gobierno del PSOE y Unidas Podemos.

«Información», no amenaza

Rufián aseguró ayer en una entrevista en la cadena Ser que en ningún momento planteó una «amenaza» al jefe del Ejecutivo. «Transmitimos información que la otra parte no tenía -dijo en tono conciliador- y se pudo solucionar». El diputado, uno de los principales negociadores del acuerdo de investidura, adujo además que poner en duda la voluntad de diálogo del Gobierno habría supuesto «entrar en un bucle bastante tóxico también en la política catalana».

Ese fue para los socialistas el mensaje clave. Ellos necesitan a Esquerra y a las puertas de unas elecciones a las que, hábilmente, Torra ha evitado poner fecha, Esquerra necesita que su electorado entienda por qué ha estado dispuesto a facilitar la formación de Gobierno en España. El riesgo, en caso contrario, es que JxCAT, que está en una estrategia radicalmente distinta, vuelva a quedar por delante en los próximos comicios. «Lo sorprendente -admiten en el PSOE- es que en la Moncloa no se viera esto desde el primer momento».