Diario de León

El Gobierno de Sánchez supera tres semanas desconcertantes

El inicio de legislatura se ha caracterizado por actuaciones sorprendentes e inexplicadas

El primer ministro portugués, Antonio Costa, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El primer ministro portugués, Antonio Costa, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

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El vicepresidente catalán, Pere Aragonès, no daba crédito cuando le informaron de que Pedro Sánchez aplazaba la reunión de la mesa de diálogo entre la Moncloa y la Generalitat hasta después de las elecciones en Cataluña. Esquerra no estaba informada de ese movimiento. Pero los republicanos no eran los únicos en la inopia, la dirección del PSOE y la mayoría de los ministros también ignoraban las intenciones del presidente. Era el último episodio desconcertante en las casi tres semanas transcurridas desde el primer Consejo de Ministros de la legislatura.

Sánchez, como es sabido, tuvo que dar marcha atrás en sus planes de posponer la mesa de diálogo, y aceptó que se reúna antes de que los catalanes voten. La idea inicial no era descabellada. Qué sentido tenía una reunión con unos consejeros que están de salida y sin apenas margen de actuación. Mejor reunirse con el nuevo Gobierno catalán. Pero en el tablero político en Barcelona manda la dialéctica entre Esquerra y JxCat, y en esa batalla la suspensión de la mesa dejaba a los republicanos a los pies de los caballos posconvergentes. El patinazo dejó a Sánchez desairado porque pudo evitarse con una sencilla consulta previa por los canales habituales entre la Moncloa y el PSOE con Esquerra.

El incidente ha sido el epítome de una deriva errática nada más darse el pistoletazo de salida a la legislatura, con actuaciones sorprendentes e inexplicadas, dimisiones y encontronazos. Para la oposición todo es consecuencia de los peajes que debe pagar el Gobierno a sus socios de Podemos y Esquerra, pero los socialistas hacen otra lectura y achacan el desbarajuste al sello más personalista que nunca de Sánchez, a la influencia que ejerce el círculo más cerrado de la Moncloa y, también, apelan a la mala suerte.

Pablo Iglesias, en segundo plano, achaca la situación a «las lógicas disonancias» de un Gobierno de coalición que empieza a caminar. Sánchez, callado desde el 14 de enero, es consciente de que el Ejecutivo chirría y ha tomado dos decisiones para engrasarlo. El próximo fin de semana se encerrará con los 22 ministros en la finca toledana de Quintos de Mora «para estrechar lazos» en el primer Gobierno de coalición desde la Transición, explicaron desde la Moncloa. Más parece que el objetivo sea afinar la coordinación y que el presidente imparta doctrina.

La segunda consiste en la incorporación de cuatro ministros a la ejecutiva del PSOE para que Gobierno y partido caminen de la mano, y no a rebufo el segundo del primero. María Jesús Montero, Salvador Illa, Carolina Darias y José Manuel Rodríguez Uribes estarán en las reuniones de la comisión permanente de la dirección, el cogollo del partido. El PSOE ha sido hasta ahora testigo mudo de las decisiones gubernamentales y ha tenido un papel de cartón piedra en el devenir político, sin participación, y muchas veces sin conocimiento, en la toma de decisiones.

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