Diario de León

«¡Que vean que los de León estamos unidos!»

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La riada humana que antes de las doce atravesaba el puente de San Marcos ya hacía presagiar que las calles iban a ser un clamor como pedían los sindicatos. «Sí, sí.. hay aquí una manifestación grandísima», dice por el móvil una mujer mientras camina. A escasos metros una pareja ya entrada en años. Ella le está diciendo a él: «Hay que ir porque esto no es política, es por el futuro de León». La gente tiene claro porque se echa a la calle. «¡Aquí al lío, hay que apoyar todos!», saluda un jubilado a otros colegas entre profusión de pantalones de pana y canas.

Dos conocidos que se encuentran. Tras el saludo y el apretón de manos de rigor el grito de rebelión de León por un futuro menos pesimista sigue ganando cuerpo. Ninguna duda. «Hoy hay que estar aquí, que vean que los de León estamos unidos que es como se consiguen las cosas».

Antes de las doce del mediodía la plaza de San Marcos ya está llena. Cánticos, sonido de castañuelas, gaitas y el claxon de los tractores contribuyen al ambiente. Dos mujeres mayores se ayudan para que una se suba a un banco y otee el horizonte. «¡Pero si ya están casi en la Inmaculada»...ya no podemos ponernos en primera fila; bueno nos quedamos aquí a hacer bulto».

Ver las calles abarrotadas y de gente comprometida con el futuro de su tierra fue lo mejor de la mañana para cuatro mujeres de abrigo grueso —dos portando la bandera de León— que se dedicaban a hacer fotos a diestro y siniestro, seguras de que estaban asistiendo a una jornada histórica. «¡Qué bien que la gente salió! Hay que salir porque nos quedamos sin gente y los nietos sin trabajo. Voy a mandarle una foto a Conchi para que vea lo que hay».

Fueron algunas (pocas) de las muchas voces que se oyeron ayer un 16-F que sin duda se recordará en la capital leonesa, en Ponferrada y en Villablino. Voces que clamaron contra el olvido de la provincia y que reclaman un futuro con menos incertidumbre para ellos pero también para los que vienen, para los hijos y para los nietos. Un grito de rebelión y contra la resignación que debe ser escuchado y al que se debe dar respuesta desde las administraciones.

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