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La respuesta desbordó todas las previsiones y el operativo, impecable, estuvo a la altura

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León

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Todo salió como se esperaba y mejor. Los tractores se fueron concentrando desde primera hora de la mañana en los puntos fijados previamente por la organización. La rotonda de Santa María del Páramo, el Polígono de Santovenia, el área de servicio de Villamañán, el restaurante Juanjo, en Palanquinos, organizados según las comarcas de las que partieron, algunos a las seis y media de la mañana. Allí, la espera por las dotaciones de la Guardia Civil de Tráfico que les iban a escoltar hasta la capital. La entrada en el parking del campo de fútbol Reino de León fue paulatina pero no silenciosa. Las bocinas saludaban a unos y a otros al llegar, mientras proliferaba el reparto de chalecos, emblemas y banderitas de una y otra organización agraria.

Casi no dio abasto para albergar a los tractores que iban llegando mientras, en las escaleras del estadio, cada vez se apiñaba más gente para contemplar un espectáculo único.

La salida hacia la plaza de Guzmán se hizo esperar. Parecía imposible que aquella sucesión de moles fuera a tomar el centro de la ciudad. En los tractores, corrían los chascarrillos y la expectación del recibimiento que les esperaba en las calles. Y lo que vieron les gustó, gente de sus pueblos, comerciales de las casas de piensos y fertilizantes, ciudadanos anónimos grabando con móviles las pancartas más originales...

A bordo de los tractores fueron familias enteras, como la de Jorge, vecino de Espinosa de la Ribera. Él subido a un tractor, sus padres en otro, su hermana —que es el pedánea del pueblo— en un tercero.

El tránsito por las calles del centro se ralentizó pero sin incidentes y la llegada a la Junta se hizo eterna. No cabían todos en la explanada y hubo que ‘tomar’ la avenida Reino de León. La espera hasta que estuvieron todos se hizo algo larga y, para matar el tiempo, los bares del entorno hicieron el agosto.

Información elaborada por María Carnero, Georgino Fernández y Maite Rabanillo