Circular por Europa
Tranquilidad en las fronteras del país en el primer día de blindaje
Pequeñas anécdotas envuelven el día en el que España devolvió los controles a las viejas aduanas
El blindaje del país para frenar la propagación del coronavirus ha devuelto desde la madrugada de ayer los controles policiales a las fronteras con Francia y Portugal para filtrar el paso de vehículos, una nueva rutina que se ha desarrollado sin incidentes reseñables en la primera jornada. Tranquilidad, civismo y colas, especialmente en la frontera portuguesa, resumen el balance del día en localidades como Irún (Gipúzkoa), La Jonquera (Girona), Tuy (Pontevedra) o Ayamonte (Huelva), mientras Baleares se prepara para un nuevo escenario con el anuncio de cierre de sus puertos y aeropuertos.
Al margen del transporte de mercancías, sólo se permitirá que regresen a las islas los baleares que están fuera o la marcha de turistas a sus países de origen, según anunció la presidenta autonómica, Francina Armengol. En el caso de las fronteras terrestres con Portugal y Francia, sólo se permite el acceso a los ciudadanos españoles, residentes en España, trabajadores transfronterizos, a quienes acrediten causas de fuerza mayor o situación de necesidad y al transporte de mercancías.
En la frontera de Irún la jornada se desarrolló con fluidez en los tres pasos, sin restricciones para los transportistas y con el filtrado de los vehículos particulares, obligados sus ocupantes a mostrar el DNI o la tarjeta de residente.
Al margen del transporte de mercancías, sólo se permitirá que regresen a las islas sus habitantes
Con controles conjuntos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, se registró alguna cola en territorio francés y no fueron pocos los que tuvieron que dar la vuelta. Los comercios, acostumbrados a una fluida clientela gala, temen el impacto del cierre.
En Cataluña, los puntos de control se establecieron en el peaje de la autopista AP-7, en La Jonquera, y en el de la N-II en el núcleo conocido como El Pertús. Desde la medianoche de ayer criban el tráfico en La Jonquera policías y mossos d’Esquadra, que asumieron las competencias de tráfico en Cataluña a finales de 2000, pero por la tarde se sumaron al otro lado sus compañeros franceses.
Ceuta y Melilla han sido estos días los puntos más tensos al quedar cerrada sin aviso la entrada
Desde los controles el mensaje era de tranquilidad: los conductores muestran mayoritariamente una actitud cívica y concienciada con las nuevas reglas. En Galicia, unos 50.000 vehículos cruzan cada día la frontera con Portugal. El paso más transitado, el de Tui con Valença, registró colas kilométricas que hicieron que los transportistas tuvieran que esperar hasta cuatro horas.
Los controles también afectaron a los trabajadores de Arbo (Pontevedra), que ahora tienen que dar un rodeo de casi cien kilómetros, y a los de Feces de Abaixo (Ourense), preocupados por la brutal caída del número de ciudadanos lusos que acudían a comprar.
Si bajamos por el mapa, en Extremadura la normalidad y el reducido movimiento de vehículos fue la tónica general, con algún que otro despistado que intentó cruzar en su vehículo particular.
Policía y Guardia Civil, junto con los agentes lusos, piden a los conductores la documentación y preguntan los motivos para cruzar en puntos como el de Marvao-Valencia de Alcántara (Cáceres), donde convergen la N-521 y la vía lusa 246-1.
Salvo alguna anécdota de extranjeros, la mayoría de nacionalidad alemana, que intentaban cruzar con su autocaravana, en la frontera de Huelva la tranquilidad también se ha impuesto.
Acostumbrados a ver a miles de vehículos cruzar por el puente internacional de Ayamonte, el tráfico se ha reducido considerablemente, sin perjuicio de alguna retención puntual, con agentes a cada lado de la frontera.
Y en el sur, fue Marruecos quien decidió la semana pasada la suspensión de las conexiones aéreas y marítimas con España y el cierre de sus fronteras terrestres, dejando atrapados en su territorio a numerosos turistas españoles y en Ceuta y Melilla, a muchos marroquíes sin tiempo para regresar a casa.