«Servimos fruta a 600 familias y damos algo de conversación»
Frutas La Chiquita se hace ‘grande’ al abastecer al mundo rural y generar empleo
Frutas La Chiquita cumple una gran misión en el confinamiento rural leonés. David González y su madre, Concepción Fernández, de Villares de Órbigo, pensaron que tendrían que hacerse un auto-erte cuando el decreto de alarma suspendió los mercadillos.
Pero lejos de aquella realidad que imaginaban, la empresa ha crecido con dos empleadas, Aroha Sánchez y Cristina Álvarez, y se ha convertido en la gran aliada de 600 familias leonesas desde Astorga hasta Omaña para disfrutar de fruta fresca todas las semanas.
«Se me ocurrió poner unos papeles por los pueblos con nuestro teléfono para recibir los encargos», explica David. Y la respuesta no se hizo esperar. En Villares de Órbigo preparan los encargos de acuerdo con la nota que toman por teléfono, pesan la fruta, hacen la cuenta y se ponen en la carretera.
Con un furgón y un coche los lunes van a la zona de Carrizo, los martes a Astorga, los miércoles a La Magdalena y zona de Omaña y los jueves completan los encargos pendientes. Los viernes lo dedican a desinfectar los vehículos. Siguen el calendario de los mercados locales. La semana no termina. El domingo van a Santa María del Páramo.
«Servimos la fruta a 600 familias de estas zonas rurales y damos un poco de conversación», comenta David por teléfono, en plena faena en La Magdalena. Las mujeres, que son las que más se asoman a las puertas, están agradecidas por la mercancía y por ver una cara familiar en estos días de encierro. Hasta Otero de las Dueñas y otros pueblos metidos en Omaña llegan el coche y la furgoneta con las cajas repletas de fresas, manzanas, plátanos...
«Para que la gente de esta zona, donde han cerrado prácticamente todas las tiendas de pueblo, no se quede desabastecida», apostilla David. Concepción Fernández, señala que la idea de llevar la fruta puerta a puerta fue de su hijo, un joven emprendedor que trabaja junto a ella en el mercado desde hace varios años. Este joven, de 24 años, dejó la universidad para incorporarse al negocio familiar. «Le tiró de siempre lo del mercado», comenta. Ella empezó en el negocio «cuando me casé», comenta.
Frutas La Chiquita tiene una larga historia familiar y siempre vinculada a la montaña. ‘Chiquita’ es el apodo de su marido, Juan Antonio González Mielgo. «Ya en la época de su padre subían en burros a la zona de la montaña a vender plantas,cebollas de plantar y de comer. Me acuerdo de subir con el carro y el tractor a Santa María del Páramo. a León con los cajones grandes donde se llevaban los pimientos...», relata Concepción. En aquellos tiempos, a veces «se cambiaba la verdura por otros productos». Todo valía para la economía de subsistencia.
El Castillo, Villacé, Villayuste, Adrados, Riello, Andarraso... pueblos en los que apenas queda gente, son algunos de los destinos a los que llega David González con su furgoneta. «A veces le digo que no le merece pena. pero a él le llama y es una ayuda parala gente», admite.