Contra el virus
La lucha de los mineros con silicosis
A Venancio Román, de Fabero, trabajar en la mina toda su vida le dejó como secuela la enfermedad del carbón pero no las ganas de vivir «Estamos preocupados con el Covid, pero pronto esto pasará»
Venancio Román Moreda fue minero durante 36 años. «Casi desde los 12 años», aclara. Ha vivido en Fabero toda la vida, aunque sus padres eran de Chano, Fornela. Desde el pasado 10 de marzo, hace 51 días, no sale de casa. Está recluido junto a su mujer y un nieto de 14 años. En su caso, a la situación generada por el Coronavirus añade su condición de enfermo de silicosis, un rastro que dejó la explotación del carbón en las cuencas del Bierzo y León.
«Lo pasamos con miedo, eso no nos lo quita nadie, pero esperando a que pase también», confiesa con optimismo en conversación telefónica con este periódico desde su domicilio. Venancio cumplirá el julio 71 años y tiene el tercer grado de la enfermedad, el máximo. Se retiró hace dos décadas, después de 36 años trabajando, primero en explotaciones pequeñas y más tarde en Antracitas de Fabero y Combustibles. Durante 20 años fue picador, en lo más duro de un trabajo ya de por sí de gran esfuerzo.
Su historia se repite en Fabero, donde hay varios afectados más. Según la alcaldesa, Mari Paz Martínez, «es lógico que estas personas estén preocupadas», sobre todo por si tienen que bajar algún día al Hospital del Bierzo. «En cualquier caso, si alguien lo necesitara, el Ayuntamiento de Fabero está para ayudar», insiste la regidora.
Control médico
A los cuatro años de retirarse, Venancio fue diagnosticado de tercer grado de silicosis. Pasa el día en casa, sin salir salvo a un pequeño chabolo que tiene en la parte de atrás de la vivienda. Viendo la tele, dos horas tumbado en el sofá como le han recomendado sus médicos, haciendo bicicleta o ayudando en las labores de la comida o la limpieza a su mujer y a su nieto, toda una alegría para pasar el confinamiento. Durante la noche, para dormir, o cuando hace bicicleta, se ayuda de una máquina para respirar. Es una secuela que le dejó tragar tanto polvo en el tajo. «No salimos de casa pero estamos bien, pasando el tiempo, esperando a que todo esto pase, que pasará», insiste.
Una de sus hijas, que vive muy cerca, es la que les suministra la compra. De manera periódica les deja a la puerta de la casa la cesta del supermercado. «Así estamos, hasta que nos digan», insiste con buena voz desde su confinamiento.
En 2018, último año del que existen estadísticas en el Instituto Nacional de la Silicosis, se diagnosticaron 58 casos nuevos en la provincia de León. No sólo de las minas, que cerraron ese año, sino también de otros sectores como la pizarra o canteras de todo tipo. Un total 40 fueron casos complicados, como los califica el INS.
El Instituto Nacional de Silicosis, con sede en Asturias, publicó ayer una serie de normas. Para los enfermos, sin duda, el mejor consejo es que se queden en casa mientras que para los sectores de riesgo se especifica que, para evitar contagios, los trabajadores deben ser conscientes de si su estado de salud es compatible con la asistencia al centro de trabajo.
En una larga nota de 14 folios, que se puede descargar en la página del Instituto www.ins.es , se desgrana todo lo que deben saber los afectados por la silicosis. «Las medidas generales son igualmente de extraordinaria importancia y en principio no es necesario añadir más, salvo extremar el cuidado para evitar contactos con personas que pudieran ser vehículo de la infección, por lo que es conveniente seguir las recomendaciones», explica la nota.
Para los trabajadores de sectores donde puede existir esta enfermedad la mascarilla es imprescindible, máscarillas que casi no hubo en las minas.