El califa rojo que pudo ser monje
Córdoba era su ciudad. Anguita, nacido en una familia de militares y guardias civiles y que de joven llegó a coquetear con la idea de ser monje carmelita, cursó magisterio y, por un acuerdo entre PCE, socialistas y UCD, se convirtió en alcalde cordobés en 1979, el primero comunista en una capital española tras la Guerra Civil. Mayoría absoluta en las siguientes elecciones (lo que alimentó junto a su apariencia física el sobrenombre del «califa rojo»), diputado autonómico andaluz, secretario general del PCE en sustitución de Gerardo Iglesias, coordinador general de IU y candidato a la Presidencia del Gobierno. Ese es el resumen de un recorrido político en el que no faltaron reproches y guerras internas con Santiago Carrillo y con otros antiguos compañeros como Nicolás Sartorius, Cristina Almeida... Escritor de obras de teatro, ávido lector de Santa Teresa y Fray Luis de León en su etapa juvenil y ganador de un premio por una redacción sobre José Antonio Primo de Rivera, el exlíder comunista confesaba haber llevado pistola. U arma con la que estuvo atento a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos del 23F.