Las residencias se abren a las visitas

Las puertas de las residencias de personas mayores se abrieron ayer con todas las cautelas y medidas de protección por primera vez en más de tres meses. Esta fase 2 permite a los centros que están libres de covid suavizar las medidas de confinamiento. Las familias pueden, por fin, ver sus mayores después de un duro encierro y una pandemia que ataca con virulencia a las personas de más edad con patologías graves de base. Priscila García, leonesa de Cuadros, fue una de las primeras afortunadas. Su hijo Manolo García García se apuntó inmediatamente en la agenda de wasap de la residencia de mayores de Lorenzana, donde vive su madre, para recuperar esa normalidad de visitas y conversaciones interrumpida bruscamente por la declaración del estado de alarma. Priscila tiene 97 años. Ayer su hijo la encontró un poco cambiada, pero bien. «Tres meses en personas de tanta edad se notan mucho. Pero la he encontrado muy bien». Para conversar con su madre, a más de dos metros de distancia, un pantalla protectora, una mesa por medio y mascarillas, tuvo que pasar por una ruta de desinfección. Hoy hace buen tiempo y el encuentro ha tenido lugar en el patio. El director del centro, Rubén Fernández, asegura que tiene una sala preparada en el interior por si el tiempo no lo permite. De momento, las visitas duran media hora y son individuales. «Nos ha dado tiempo a hablar de lo que ha pasado, de todo lo que se ha sufrido con esta pandemia». Ella se calla y se queda seria. Acepta sin que quejas. Una resignación solo propia de naturalezas fuertes. «Hemos hablado con ella por vídeollamadas y sabe que tiene un biznieto». Mientras la muerte obligaba al confinamiento para proteger a los más débiles, la vida se abría paso y Priscila supo de la llegada de un nuevo miembro a la familia el 27 de marzo. «Volverá la semana que viene. De momento solo podemos venir una vez a la semana y volveré a pedir cita» dice Manolo al salir.