Diario de León

Los rastreadores, la brigada obsesionada con cercar el paso del virus

La jefa del servicio de Alertas Epidemiológicas en Orense explica el trabajo de estas personas cuyo objetivo es evitar una transmisión comunitaria

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L. Rodríguez de la Torre | Orense
León

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Rastreadores ha habido siempre, aunque la palabra cobre más fuerza ahora. Cuando se detecta un positivo es indispensable trazar sus contactos para evitar una transmisión comunitaria. Ana Isabel González, jefa del servicio de Alertas Epidemiológicas en Orense, cuenta cómo es la "investigación hacia atrás" de esta brigada.

Pese a que en esta pandemia este ejército de investigadores se haya puesto de moda, esta profesional subraya que el trabajo que desempeñan no es algo nuevo sino que forma parte de la manera de proceder habitual cada vez que se topan con una enfermedad susceptible de ser transmitida entre personas, como ocurre con "la gripe A, el Zika, la listeriosis” u otras comunes como pueden ser el sarampión o un brote de sarna.

“La sistemática del trabajo no cambia, lo que pasa es que en este caso ha tenido diferente repercusión", observa.

Identificar los contactos

Ante las primeras sospechas de SARS-CoV-2, virus causante de la enfermedad del Covid-19, este comando se prepara para identificar los contactos de todo caso positivo y para pedirles que se aíslen en sus domicilios. “Para que no se transmita más la enfermedad", algo que González ve “fundamental” para contener la transmisión y proceder a su aislamiento.

En los casos del personal sanitario y hospitalizados, el servicio de medicina preventiva es el encargado de la vigilancia.

Buscar “dónde está esa persona que no se tiene controlada” se antoja una tarea esencial para evitar rebrotes, a medida que se vayan difuminando más y más las medidas imperantes durante el estado de alarma. Las encuestas telefónicas y los servicios informáticos son, en la decisiva tarea, herramientas fundamentales.

Desde el inicio de la emergencia sanitaria, el servicio de Alertas Epidemiológicas ha tenido que ir adaptándose a unos protocolos que cambiaban a medida que se iban conociendo más datos. González lo tiene claro: “Es lo diferente” que tiene este patógeno. “Como no hay vacuna ni un tratamiento eficaz, lo que se ha hecho es poner a los contactos en cuarentena”. Y, en la etapa actual, la clave pasa, suscribe, por “conocer dónde se produjo el contagio”.

La principal preocupación es la de detectar de manera temprana los casos, en especial, una vez que vaya en aumento la movilidad entre los distintos territorios.

Especialistas mantienen la vista puesta en lugares que aparentemente tienen la situación más controlada, como es el caso de Japón. Y, en el país nipón, pese a haber poco contacto social y un uso generalizado de la mascarilla, observan con una lógica inquietud cómo todavía siguen “apareciendo casos”.

González introduce, al hilo de ese apunte, un nuevo matiz: “Ahora hay un mayor conocimiento, mejores circuitos y más medios”.

De la gestión que se hizo en España concluye: “Se hizo lo mejor que se pudo, teniendo en cuenta las circunstancias y la escasa información que había" de un minúsculo agente infeccioso que siguen estudiando a diario. 

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