Sánchez anuncia una reforma fiscal para las rentas más altas y las grandes corporaciones
El presidente admite que «llegamos tarde al estado de alarma» y que «es muy costoso» el sistema de residencias
La crisis del coronavirus no ha cambiado los planes económicos del Gobierno de coalición que prepara ya una reforma fiscal con una subida del IRPF en los últimos tramos —a las rentas altas— y un aumento del tipo del Impuesto de Sociedades para las grandes corporaciones. La pandemia ha hecho saltar las «costuras fiscales» y, en ese contexto, el reajuste en la cesta de impuestos «es inevitable», afimó ayer Pedro Sánchez.
El jefe del Ejecutivo justificó esta reforma como la única vía para robustecer el Estado del bienestar y poder contar con un sistema de salud público «extraordinario» en línea con el de los países nórdicos. La reforma, según explicó en la Sexta, irá acompasada con el crecimiento económico que reduzca los siete puntos de presión fiscal que separan a España del resto de la Unión Europea.
«Lo haremos con justicia social», aseguró el presidente del Gobierno.
Aunque el líder socialista no aclaró si la reforma incluirá también un incremento del IVA reducido, que grava el transporte o la restauración, sí confirmó que entre los planes del Gobierno no entra recortar el sueldo de los funcionarios ni bajar las pensiones y defendió aumentar los impuestos a las grandes empresas, desarrollar una fiscalidad medioambiental o subir los tipos de IRPF para las personas que más ingresan, tal y como recoge el acuerdo de Gobierno que firmó con Pablo Iglesias en diciembre.
El presidente aseguró que «intelectualmente» nadie puede estar en contra de un impuesto sobre las grandes fortunas como el que reclama Unidas Podemos pero pidió no convertirlo en un «fetiche» y centrarse en otras herramientas recaudatorias como el Impuesto de Patrimonio o el de Sociedades.
«Geometría absoluta»
Este incremento de los recursos públicos es clave para la conformación de unos nuevos Presupuestos que, no obstante, estarán condicionados a las ayudas de Europa. El jefe del Ejecutivo aseguró que quiere sacar estas cuentas adelante antes de que finalice el año y con el mayor número de partidos posibles. Para conseguirlo, Sánchez defendió una «geometría absoluta», que no impida hablar a la vez con el PP y con Esquerra.
«Que la unidad sea una obligación para el Gobierno y la oposición», dijo.
El presidente no ahorró en críticas contra la formación de Pablo Casado a quien acusó de haber «mimetizado» su estrategia con la ultraderecha y de aprovechar el virus para «intentar derrocar» al Gobierno «jugando con el estado de alarma». Frente a esta actitud, alabó la de Ciudadanos, que ha respaldado todas las prórrogas y ahora incluso se abre a pactar los Presupuestos de año que viene. En su opinión, los liberales están teniendo «la inteligencia de ocupar un espacio que ha dejado huérfano el PP». Y, aunque no cerró la puerta a llegar a entendimientos con Inés Arrimadas tampoco con los republicanos, a quienes pidió aparcar las desaveniencias y anteponer «la agenda de la recuperación».
El líder socialista mostró su satisfacción con el buen funcionamiento de la coalición y con la «lealtad» mostrada en estos meses tan duros por Unidas Podemos. Considera que la crisis de la Covid-19 ha «soldado» al Gobierno de coalición y augura que la legislatura «va a durar cuatro años».
Aunque reconoció que «con los datos que tenemos hoy, llegamos tarde al estado de alarma» puso también en duda que hubiese contado antes con el respaldo de la oposición. Cuando España empieza a recuperar su normalidad, a salir a la calle y viajar, el jefe del Ejecutivo insistió en que hay que mirar hacia adelante pero «sin bajar la guardia» y llamó a sacar varias lecciones de lo ocurrido, como la necesidad de cambiar -probablemente- el modelo se residencias de mayores. El actual, dijo, «es muy costoso», y debería ser sustituido por uno «más amigable», de proximidad basado en centros de día.