El trasvase de votos de Unidas Podemos a EH Bildu y el BNG desconcierta al PSOE
Socialistas y morados descartan que los resultados en Euskadi y Galicia vayan a repercutir en su coalición
Los socialistas no se explican por qué el derrumbe electoral de Unidas Podemos en el País Vasco y Galicia no se ha traducido en una mejoría de sus resultados en ambas comunidades. La sangría de votos de los morados ha fortalecido a EH Bildu y BNG y ha pasado de largo ante ellos, un fenómeno que nunca se había producido desde la irrupción de los morados en la escena política hace cuatro años. Esta es, a juicio de la dirección del PSOE reunida hoy sin Pedro Sánchez, la principal razón de su estancamiento, para el que, sin embargo, no tienen un análisis concluyente. «Los resultados no han sido los que no gustaría. No son buenos, pero no son los peores», se consolaba a medias ayer el ministro y secretario de Organización, José Luis Abalos.
Aunque en la Moncloa las proyecciones eran menos optimistas, el PSOE, con la referencia de las últimas elecciones generales, confiaba en llegar al menos a los 20 escaños en Galicia y a los 12 en Euskadi. El veredicto de las urnas se quedó lejos, quince y diez, una mejoría de un escaño en cada territorio y de poco más de un punto porcentual. Un botín pírrico para un partido que gobierna España desde hace dos años y, sobre todo, que no rentabiliza el desplome de su rival ideológico, aunque ahora sea socio de Consejo de Ministros.
Los votos perdidos por Unidas Podemos fueron casi en bloque a EH Bildu y BNG. Los cinco escaños que volaron de Elkarrekin Podemos se tradujeron en cuatro diputados más para la izquierda abertzale, y los catorce de Galicia en Común se transformaron en trece más para los nacionalistas gallegos. Un trasvase que rompe la dinámica instaurada a partir de 2016. Desde entonces, los electorados de PSOE y Unidas Podemos han actuado como vasos comunicantes, donde el crecimiento de uno se traducía en un retroceso del otro, y viceversa.
Ni el supuesto efecto arrastre de Pedro Sánchez ni la aprobación del Ingreso Mínimo Vital ni el «escudo social» contra la crisis sanitaria han tenido reflejo en las urnas, se lamentaron en la dirección socialista. «Hay que buscar las razones por otro lado», apuntaba ayer un miembro de la ejecutiva del PSOE. El voto joven, por ejemplo. A falta de análisis poselectorales más pormenorizados, tanto EH Bildu como el BNG reconocen que su ascenso debe mucho al electorado de menos edad, atraído por los planteamientos ecologistas y de los nuevos retos laborales y sociales.
Hostil a los tradicionales
En el PSOE apuntan asimismo que mucho voto de Unidas Podemos es hostil a los partidos tradicionales, y ese se ha ido a las fuerzas soberanistas de Galicia y Euskadi porque nunca emigrará hacia las candidaturas socialistas. Pero eso no explica, reconocen, por qué el voto de izquierda que han perdido los morados, y que también existe, no haya ido a parar a las listas socialistas. Aquí entran juego la calidad de los candidatos, aducen en la dirección del PSOE.
Tampoco se puede despreciar que en estas elecciones en medio de la pandemia, con el temor instalado en la sociedad, el factor estabilidad y seguridad haya tenido más peso que en otras convocatorias. Un argumento emocional que explica en buena medida los contundentes triunfos de Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo.
Los socialistas tampoco se olvidan de la alta abstención, apuntan que es muy amplia entre sus votantes vascos y gallegos, ni del impacto de la gestión de la pandemia, siempre mejor valorada con la administración más próxima que la desarrollada por el Gobierno central. Sin caer en el dramatismo que se vive en el partido que lidera Pablo Iglesias, los socialistas reconocen que tienen que analizar los errores cometidos y establecer las razones por las que no rentabilizan su paso por el Gobierno. La crisis económica y social derivada de la pandemia influye, pero no explica unos resultados tan por debajo de las expectativas levantadas. El consuelo de que la estrategia de «derribo» del PP ha fracasado, según Abalos, no es suficiente para encarar el próximo reto electoral, y el de Cataluña está a la vuelta de la esquina con el agravante de que se puede repetir la situación de que el declive de Unidas Podemos sea absorbido por las fuerzas independentistas, con lo que ello podría suponer para la correlación de fuerzas.
Un soberanismo con más del 50% de los votos, ahora lo bordea, con un retroceso de las fuerzas antisecesionistas podría ahondar la crisis catalana hasta extremos imprevisibles. No es un escenario impensable. Lo que descartan en el PSOE es que sus discretos resultados y el hundimiento de Unidas Podemos de este domingo vaya a tener reflejo en el Gobierno de coalición. No está sobre la mesa una revisión del acuerdo firmado en diciembre pasado ni Sánchez tiene en mente una remodelación del Ejecutivo. «La fortaleza es la misma que antes del domingo», asegura un ministro.