Diario de León

La falta de medidas contra Juan Carlos I tensa las relaciones del Gobierno y el rey

Zarzuela guarda silencio a pesar de l insistencia del Ejecutivo a «dar pasos» para zanjar la crisis y preservar la institución

El rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la XXI Conferencia de Presidentes, el viernes. ABEL ALONSO

El rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la XXI Conferencia de Presidentes, el viernes. ABEL ALONSO

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El Gobierno observa impaciente cómo pasan los días y la Zarzuela no da a conocer las anunciadas medidas «ejemplarizantes» contra el rey emérito. Mientras, prosigue el goteo de informaciones sobre los negocios y operaciones financieras de Juan Carlos de Borbón que no hacen más que enrarecer el clima político y poner en aprietos al Ejecutivo.

Hace dos semanas, en la Moncloa confiaban en que «pronto» se conocería qué decisiones tomaba Felipe VI respecto a su padre para salvaguardar la institución de la Corona. Aunque también reconocían que sería el jefe del Estado el que «manejara sus tiempos».

La Casa del Rey, sin embargo, mantiene un férreo silencio desde que trascendió el «regalo» de cien millones de dólares del rey Abdulá de Arabia Saudí en agosto de 2008 y la posterior «donación» de 65 millones de euros a su examiga Corinna Larsen. Aquellas informaciones fueron seguidas de un reguero de revelaciones sobre compras, ventas, transacciones y movimientos financieros opacos de todo tipo.

Un mutismo que contrasta con las cada vez más rotundas apelaciones de Pedro Sánchez y de la portavoz del Gobierno para que Felipe VI apague un incendio que amenaza con abrasar la institución. Pero nada. La Casa del Rey calla, aunque de puertas adentro haya un intenso intercambio de pareceres e informes entre los servicios jurídicos de la Moncloa y de la Zarzuela para encontrar una salida a la inédita y delicada situación.

INQUIETUD EN EL GOBIERNO

El Gobierno está inquieto porque el deterioro, además de afectar a la Corona, pieza central del entramado institucional del país, se ha contagiado a la vida política. Es motivo de fricciones cada vez más tensas dentro de la coalición con Unidas Podemos, que ha dado rienda suelta a sus demandas republicanas con el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, al frente de las críticas. También ha contribuido a envenenar las relaciones con los socios de la investidura, que han planteado la creación en las últimas semanas de tres comisiones de investigación en el Congreso. Dos rechazadas, con el voto socialista en la Mesa de la Cámara, y la tercera en puertas de coger el camino del archivo.

Ese clima lastra la negociación de los Presupuestos, la joya política de la legislatura, y proporciona argumentos a la oposición para ahondar en las contradicciones de la enclenque mayoría gubernamental

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