Una relación cada vez más difícil
Sánchez se vio impelido a salir al paso el lunes pasado para distinguir entre la estabilidad de la Corona como institución y la supuesta conducta irregular de Juan Carlos. Pero al mismo tiempo que diferenciaba los dos planos, animaba de nuevo a Felipe VI a «dar pasos» para zanjar la crisis.
Un tira y afloja que, según los expertos en los entresijos de la Zarzuela, ha menoscabado las relaciones entre el jefe del Estado y el presidente del Gobierno, que se mantienen dentro de la estricta normalidad institucional pero ha menoscabado la empatía entre ambos.
No debe de ser fácil hallar una salida a la delicada situación sin provocar un cisma en la Corona de consecuencias imprevisibes. Desde el entorno de Juan Carlos de Borbón se ha hecho saber que está dispuesto a abandonar la Zarzuela, donde tiene su residencia oficial a pesar de haber abdicado hace seis años. Incluso normalizaría sus obligaciones con Hacienda, algo que nunca ha hecho -según un informe de la Agencia Tributaria entregado a la Audiencia Nacional- por su fortuna oculta en Suiza y paraísos fiscales, y cuyo multimillonario montante se desconoce.
Por donde no pasa Juan Carlos de Borbón, de acuerdo a las fuentes de su círculo amistoso, es a la renuncia a su título real. Una medida que Felipe VI tiene sobre su mesa. El rey busca una solución pactada pero el emérito no quiere emular a su padre, Juan de Borbón, que se quedó como conde de Barcelona.
El Gobierno, entretanto, quiere que se zanje cuanto antes la crisis, y que se haga con rotundidad y transparencia. Pero el Rey, tras concluir una gira por las 17 comunidades autónomas, se irá vacaciones a Palma de Mallorca el 6 o 7 de agosto con la reina Letizia y sus dos hijas.