Pablo Casado anticipa que «caerá quien tenga que caer» por la ‘operación Kitchen’
Defiende no haber incluido en listas electorales a algunos de los afectados, pero advierte sobre los «juicios paralelos»
El presidente del PP dio ayer muestras de preparar al partido para el avance de las investigaciones de la ‘operación Kitchen’ o para la batalla política que se derive de las mismas. Los populares ya habían trazado estos días una línea pasado-presente para ponerse a resguardo de escándalos como el de la presunta utilización de la Policía para el espionaje del extesorero de la formación conservadora, Luis Bárcenas, cuando Jorge Fernández Díaz estaba al frente del Ministerio del Interior. Ahora, además, se trata de soltar amarras. «Caerá quien tenga que caer», se comprometió ayer Pablo Casado. «Conducta ejemplar y tolerancia cero». «No voy a pasar ni una». «Quien la haga la va a pagar».
De manera gradual, la dirección del PP ha ido poniendo distancia en sus declaraciones entre la época de ‘Kitchen’ y el actual proyecto de Casado. No siendo la corrupción, como señalan fuentes del PP, el punto vulnerable del actual líder, que «aún debe articular una alternativa solvente», a Génova no le queda más remedio que gestionar la resaca de no tan antiguos escándalos. Casos que, además, reconocen cargos populares, deterioran la imagen de la organización cuando necesita proyectarse como partido de gobierno.
En la tarea de alejarse, Casado cuenta esta vez con los principales dirigentes del PP como aliados. Tanto en la sede central como en las direcciones territoriales coinciden en señalar que la cúpula se renovó en 2018 y que «nada tiene que ver» con la etapa que se investiga. En esa línea se expresó este fin de semana el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. Pero aun así, las miradas, dentro o fuera, apuntarán a Génova. Si la Audiencia Nacional llama a declarar como investigados a Jorge Fernández Díaz y a la ex secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, como demanda la Fiscalía, los populares deberán decidir qué hacer. Según los estatutos de la formación conservadora, el momento para la suspensión provisional de militancia es la apertura de juicio oral y no la citación. Pero la normativa interna también permite actuar antes cuando el partido se tope con «delitos flagrantes de corrupción».
En la dirección del PP, por ahora, no quieren hablar de medidas disciplinarias, aunque en las filas populares sí hay cargos que consideran que una imputación de Fernández Díaz o Cospedal sería razón suficiente para que los afectados acepten retirarse de manera cautelar hasta que la justicia resuelva. Son las mismas voces que advierten sobre la «gravedad» de los hechos que se investigan: una estructura policial para sustraer, supuestamente, a Bárcenas información comprometida para el partido. «Estaríamos hablando del uso de las fuerzas y cuerpos de seguridad», lamenta un dirigente. Los datos «parecen atroces», añadió este lunes la exportavoz del PP en el Congreso, Cayetana Alvarez de Toledo en la Cadena Ser, aunque apostó por la prudencia. «Si un juez dice que las informaciones se han demostrado, no sólo me preocupará, sino que me ocupará -anticipó Casado- y tomaré todas las medidas que nuestros estatutos ya contemplan». Esos estatutos, en todo caso, conceden un margen de actuación.
Lo que sí reivindicó el líder del PP es haberse «anticipado». No nombró ni al exsecretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez ni a Fernández Díaz, pero sí reveló en una entrevista en la Cope que «algunas» personas de «las que se está hablando» pretendieron ir en las listas electorales en 2019 y «no entraron». «Ya había alguna evidencia indiciaria en un proceso de instrucción judicial», argumentó para explicar la postura que adoptó entonces la cúpula del PP. Hace «mucho tiempo» que Casado no conversa con Fernández Díaz. En el partido temen especialmente las informaciones que apuntan a que Mariano Rajoy tuvo que tener conocimiento de cuanto ocurría y piden no «especular». La última vez que el líder de los populares coincidió con el expresidente del Gobierno fue hace una semana en Galicia, en la toma de posesión de Núñez Feijóo. Su relación, dijo ayer, es «muy buena».