El presidente rompe todos los vetos a EH Bildu en el Congreso
«Pedro ha roto un tabú. Hacer en Madrid lo mismo que llevamos años haciendo nosotros. El problema que tiene es que no es lo mismo hacerlo aquí que en Madrid». «Aquí» es Euskadi; el que opina es un veterano exdirigente del PSE; y lo que ha hecho Sánchez es normalizar la relación entre los socialistas y EH Bildu en el Congreso. Atrás quedan los tiempos de los vetos. Arnaldo Otegi no oculta ahora que la coalición soberanista pondrá de su parte para que el líder del PSOE siga en La Moncloa y el presidente lanza guiños simbólicos a Bildu. El último, la semana pasada, cuando lamentó «profundamente» la muerte en prisión del miembro de ETA Igor González, al que llamó «preso vasco» en lugar de «preso de ETA».
Las condolencias y la utilización de una terminología más propia de la izquierda abertzale que de un líder del PSOE han sido matizadas por los socialistas. Se dice que se han sacado de contexto. Que no hay nada raro. Pero al mismo tiempo Pablo Iglesias recibe en su despacho de la Vicepresidencia Segunda a Mertxe Aizpurua, portavoz de EH Bildu en la Cámara baja. Nunca una marca en la que está integrada la izquierda abertzale había llegado tan lejos en lo simbólico.
Pero más que de hechos concretos, lo que hay de fondo es una estrategia. Una decisión que se resume en una idea que Sánchez admitió en julio: reconocer a EH Bildu como un grupo más. Sin líneas rojas. Otra pieza con la que se puede pactar. Algo más o menos común en Euskadi, pero que en el resto de España y en el Congreso genera tempestades. Incluso en el PSOE. Pero lo más sorprendente es la rapidez con la que se ha hecho.
El proceso de normalización en las relaciones con la izquierda abertzale que Sánchez ha recorrido en seis meses a los socialistas vascos les llevó décadas. Con Sánchez todo ha ido mucho más rápido. La cara de póquer de Adriana Lastra y Rafael Simancas cuando a finales del año pasado mantenían su primer encuentro oficial con Aizpurua se ha transformado en cordialidad.