El expresidente acata y anuncia batalla en Europa
Dos años y medio después de su investidura, Quim Torra se convirtió este lunes en el primer presidente de la Generalitat inhabilitado en ejercicio de su cargo. Torra abandonó el Palau de la Generalitat acatando la inhabilitación y sin consumar las amenazas que él mismo había lanzado de desacatar al Supremo.
Tenía un amplio abanico de posibilidades: convocar elecciones, declarar la independencia como su antecesor, encastillarse y resistir en el Palau o asumir la pena y no complicar aún más la situación. Optó por esta última. Lo cual aboca a Cataluña a elecciones entre el 31 de enero o el 7 de febrero, salvo imprevistos de última hora y siempre que la evolución de la pandemia lo permita.
El independentismo mostró su más enérgico rechazo a la sentencia, que calificó de «golpe» del Estado contra Cataluña. Pero desde las propias filas secesionistas no se entendía que el expresidente de la Generalitat no aprovechara este lunes para convocar elecciones en caliente y sacar partido al tirón de la sentencia para superar por primera vez el 50% de los votos. Más aún teniendo en cuenta que llamó al independentismo a convertir los comicios en un plebiscito sobre el mandato del 1-O.
El líder nacionalista, horas después de que el Supremo anunciara su inhabilitación, inauguró una jornada virtual sobre los derechos de los discapacitados. Fue su último acto como presidente. Sobre las 18:30, compareció desde la galería gótica de la sede del Gobierno autonómico. Acababa de cesar en el cargo, una vez recibió la notificación de la sentencia, que se negó a firmar como gesto de rechazo al tribunal. El ya expresidente formalizó su despedida del Gobierno catalán con su participación en una reunión informal del Govern y anunció que tratará defender la libertad de expresión y llevará el fallo del Supremo y la causa de la independencia de Cataluña a la justicia europea, donde está convencido de que «ganará». «Hay que prepararse para la ruptura democrática», emplazó a los suyos. No salió al balcón del Palau de la Generalitat pero sí salió por la puerta principal de la sede del Ejecutivo, donde se dio su último baño de masas y se marchó a pie por la plaza Sant Jaume, donde se congregaban cientos de personas.
El Gobierno espera que la sentencia no complique la negociación de los Presupuestos, que están aún pendientes.