Puigdemont renuncia y abre una nueva etapa al independentismo
La decisión aleja el carácter plebiscitario que JxCat pretendía dotarle a las elecciones
Esquerra y Junts per Catalunya amagaron, durante unos meses, con convertir las elecciones del 14-F en un duelo por todo lo alto entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, los dos enemigos irreconciliables del independentismo y protagonistas de los hechos de octubre de 2017. Con el tiempo, ambos se han caído de la carrera al Palau de la Generalitat. El republicano por cuestiones jurídicas, ya que está inhabilitado y cumpliendo pena de prisión, y el postconvergente porque ha renunciado a repetir la fórmula con la que derrotó a su rival secesionista en los comicios de 2017: prometer su regreso a Cataluña en caso de victoria electoral.
Hace tres años fue un reclamo lleno de carga simbólica que acabó de desnivelar la balanza entre ERC y JxCat en las elecciones. Pero de inmediato se comprobó que era una promesa irrealizable. Un segundo engaño similar ya no colaba, ni siquiera entre los más acérrimos ‘carlistas’. Su renuncia a ser el candidato a la Presidencia de la Generalitat supone un paso más de JxCat en el aterrizaje a la realidad. Puigdemont, no obstante, no se ha apartado de la primera línea como hizo Artur Mas cuando en 2016 la CUP le envió a la papelera de la historia para forzar, precisamente, la investidura del exalcalde de Girona. El eurodiputado, instalado en Waterloo desde que huyó tras declarar la independencia en octubre de 2017, se asegurará un papel destacado en las listas de JxCat y amenaza a los suyos con seguir «liderando» el proyecto. Su apuesta es repetir la fórmula que empleó con Quim Torra: la de situar a un presidente de la Generalitat que le permita seguir manejando los resortes del poder desde la distancia. En esta ocasión, tiene dos problemas. Necesita ganar las elecciones a Esquerra, lo que en estos momentos se antoja complicado, según las encuestas. Puigdemont se ha apartado como presidenciable. Se cura en salud ante la derrota, lo que cuestionaría su liderazgo interno, que sigue siendo muy sólido pero ya no es incostestable. El segundo problema que tiene es que ni con Laura Borràs ni Damià Calvet, los dos dirigentes de JxCat que se juegan en las primarias ser el cabeza de cartel de la formación, tiene asegurado el pleno control en la Generalitat en caso de victoria. Torra ya se distanció en los últimos meses de su antecesor y ninguno de estos dos candidatos es el favorito del líder nacionalista, que no ha logrado situar a ninguno de sus peones (Jordi Puigneró o Ramón Tremosa) en la carrera presidencial.
Nuevas caras Los primeras espadas del independentismo ya no estarán cara a cara en los comicios aunque su presencia en la campaña se espera que sea constante. JxCat pretendía convertir el 14-F en un plebiscito sobre el mandato del 1 de octubre. Sin embargo, esta propuesta se ha ido desinflando, pues ni siquiera la compran ERC ni la CUP. El cuerpo a a cuerpo, con descalificaciones personales, que han protagonizado esta semana Gabriel Rufián y Laura Borràs en el Congreso ya anticipa que las elecciones no serán la antesala de ninguna declaración unilateral de independencia, sino más bien una lucha despiadada y legítima por la Presidencia catalana entre JxCat y ERC.