Los inmigrantes encerrados en Sevilla piden documentos para vivir en España
Los cuatrocientos inmigrantes que permanecen desde el lunes encerrados en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla emplearon su segunda jornada de protesta en hacerse fuertes entre los muros académicos. Su primera preocupación, el calor, que hace de las suyas en los tres pabellones dispuestos para darles cobijo: paredes de hormigón armado con un insuficiente sistema de ventilación. Marroquíes, mauritanos y argelinos despertaban de la primera noche de protesta con 20 grados y las máximas en la capital hispalense rondan ya los 38. A medio plazo, temen un desalojo policial, al que aseguran que responderán con violencia porque dicen no estar dispuestos a dejar su encierro hasta que alguien, «por favor», les facilite la documentación necesaria para residir en España de manera legal. Confían en el remanso de seguridad, libertad, democracia y tolerancia que entienden es la institución universitaria. La rectora Rosario Valpuesta, primera mujer en colocarse al frente de una universidad en España, insistió ayer en que aún no quiere ver entrar a los efectivos policiales. Sólo algunas unidades permanecen alerta en los alrededores para responder con premura a posibles altercados, pero no habrá intervención hasta que ella lo solicite. Ni siquiera el Ministerio de Interior -y pese al anuncio de que se trata de un encierro indefinido a menos de dos semanas de la cumbre europea en Sevilla- tiene en mente activar dispositivo alguno ni dar la orden de desalojo para evitar que los ánimos se calienten, según confirmó ayer el propio responsable del departamento, Mariano Rajoy. Los inmigrantes encerrados creen que, con todas las miradas puestas en Sevilla en vísperas de una cumbre europea que discutirá la política común de inmigración, el Ejecutivo no buscará conflictos graves. Ello les permite incluso retar a las autoridades: si la Policía sobrepasa la puerta no permanecerán quietos: si hay palos, responderán con palos, dicen. Consideran que nada tienen que perder y, en cambio, pueden lograr una regularización que, sin embargo, piden «por favor». Refuerzos Tanto el Sindicato de Obreros del Campo (SOC), como la CGT y el colectivo de trabajadores inmigrantes Odite anunciaron ayer que esperan la llegada de otros doscientos inmigrantes, procedentes también de los campos freseros de la provincia de Huelva y dispuestos a sumarse al campamento. Sus portavoces aseguran que se trata de una acción pacífica y rechazaron que traten de aprovecharse de la circunstancia de que sólo dentro de unos días la capital hispalense vaya a convertirse en sede del Consejo de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea.