La Policía descubre en un monte tres zulos en los que Maurtúa y Vallejo escondían 130 kilos de explosivos
ETA iba a colocar bombas en Valencia para desestabilizar la cumbre sevillana
ETA pretendía sembrar de bombas las zonas más turísticas de la Comunidad Valenciana en una «campaña de verano» relámpago que la banda terro
Las órdenes de la cúpula terroristas eran muy simples: colocar en la Comunidad Valenciana el máximo número de artefactos explosivos en el menor período de tiempo y comenzar justo antes de la reunión de Sevilla. El objetivo: «transmitir sensación de caos y dañar la imagen de España» en las horas previas al encuentro internacional, tal y como explicó ayer el ministro del Interior, Mariano Rajoy. Luego, los activistas abandonarían rápidamente el Levante para volver a Francia cuanto antes. Las localidades elegidas, aunque todavía faltaban datos para cometer los atentados, eran los más importantes pueblos turísticos de la Comunidad Valenciana. Según desvelaron fuentes de la investigación, en su declaración Vallejo ha mencionado lugares como Algemesí (donde fue capturado), Denia, Cullera, Oliva o Gandía. Rajoy explicó que a la Policía no le consta que el comando desmantelado tuviera la intención de ampliar la ofensiva a otras comunidades como Cataluña. Los expertos aseguran que, aunque no se descarta la colocación de un coche bomba, el objetivo de los terroristas era abandonar paquetes explosivos en los baños de los hoteles, parques acuáticos, papeleras de las playas y zonas de ocio en general. Luego, avisar. Dar el tiempo suficiente para desalojar, y hacer estallar los artefactos con temporizadores. Material no les faltaba a Vallejo y a Maurtúa. La confesión policial de este último ha servido para que los servicios de Información localizasen en la mañana de ayer el arsenal del comando recién llegado a Levante. Los terroristas habían hecho tres rudimentarios zulos (excavados en la tierra a poca profundidad y de reducidas dimensiones), en una zona boscosa, muy agreste, del municipio de Cortes de Pallás, en la comarca de Buñol, al oeste de la provincia valenciana, a unos 80 kilómetros de la capital del Turia y a escasos kilómetros de la central nuclear de Cofrentes. ETA guardaba en estos escondites 120 kilos de cloratita, 11 kilos de dinamita, 6 cajas completas de temporizadores, una caja de detonadores y cordón detonante para fabricar muchos más detonadores. El elevado número de temporizadores confirma la hipótesis de que los activistas tenían la intención de utilizar el explosivo para hacer decenas de bombas de mediana potencia. La Policía no descarta que esta serie de zulos pudieran ser utilizados por otros comandos, que sustituirían al desmantelado el pasado lunes tras la detención de Aitzol Maurtúa, una vez el talde desarticulado hubiera terminado su particular campaña relámpago. Los escondites de los etarras se encuentran a sólo 20 kilómetros de la Nacional III y desde allí es rápido el acceso a cualquier punto del Levante mediterráneo.