No hago huelga aunque...
¿Hay motivos para la huelga de hoy? Quien suscribe, obviamente, ha preferido no seguir la convocatoria de los sindicatos y acogerse a su derecho a trabajar. Lo que no quiere decir que siga las consignas oficiales de satisfacción con quienes nos gobiernan, como si todo lo estuviesen haciendo bien. Existen, indudablemente, razones para el descontento con el Gobierno: el decretazo es inoportuno, inconveniente en algunos aspectos y lesivo para el desempleado en varios de sus puntos. Pero hay más, porque una huelga general no se convoca -o no tiene éxito- solamente por una cuestión concreta, sino que refleja una situación de malestar con la actuación de un Gobierno, en general o en varios aspectos diferentes. Cada uno de quienes acudan al paro del 20-J tiene, sin duda, sus propios motivos para sumarse a esta jornada. El talante mostrado por Aznar -que no por la mayoría de sus ministros, por cierto- da pie al descontento, al malestar con quien nos manda. No es seguro, siquiera, que Aznar saque lecciones de lo que ocurra en este 20-J, por mucho que ahora desde las instancias del poder se hable, tras haber denigrado a los sindicatos hasta extremos que harán difícil la recomposición de las relaciones, de «manos tendidas» en el futuro inmediato. ¿Justifica todo ello una huelga general? Seguramente no. Una medida de esta envergadura es lo suficientemente seria como para fundamentarse en causas mucho más importantes que la reforma, que será a su vez reformable, del subsidio de desempleo. Y no se puede parar un país alegando que no nos gusta el talante de un primer ministro. O, al menos, no se puede parar sólo con eso, porque ¿qué haremos el día en el que el gobernante adopte medidas verdaderamente lesivas para la ciudadanía? Hay muchas formas de mostrar el desagrado a un mandatario, a unas siglas, a unos modos. Todo, antes de llegar a detener la marcha de un país, con lo que conlleva no sólo de pérdida económica, sino también de enfrentamiento y de crispación social. Eso, para no citar la significación del día en el que se llama a este paro, víspera de una importante cumbre europea en Sevilla, que marca el fin de la presidencia española. Que esa es otra. Ojalá que todos sepamos sacar las conclusiones adecuadas de esta jornada, que no es, ni mucho menos, festiva: los gobernantes, los sindicatos, la oposición y todos y cada uno de quienes nos hemos posicionado, quizá apresuradamente (pero ello es inevitable), a favor o en contra de esta huelga general.