Diario de León

OPINIÓN Antonio Casado

Otro «gatillazo» de Gibraltar

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A la hora de escribir este artículo no se conocía el desenlace del encuentro de anoche entre los ministros español y británico, Piqué y Straw, acerca de las negociaciones sobre Gibraltar. Pero los augurios eran sombríos. Parece que de nuevo el tema se nos vuelve a escurrir entre las manos frente a los manejos de la poderosa diplomacia inglesa. Ya se había venido preparando el terreno para que la opinión pública se hiciera a la idea de que el Reino Unido no estaba por la labor de ponérselo fácil al Gobierno español. Y tampoco nuestra posición en el tablero de las relaciones internacionales es como para dar puñetazos encima de la mesa o irle con portazos desapacibles al Foreing Office. Lo que carece de sentido -y si lo tiene es mucho peor- es que el Gobierno Aznar salga ahora insinuando que a punto de arreglarse el problema las cosas se tuercen porque el Gobierno Blair tiene problemas internos. La estupidez de presentar ahora la invasión chusca de las playas gaditanas como una provocación de la Royal Navy para boicotear la buena sintonía hispano-británica en la voluntad de resolver el problema antes del verano sólo viene a desvelar la indigencia argumental que aqueja a la diplomacia española. Y conste que no me refiero al Cuerpo Diplomático, sino a los responsables políticos. Más hábil, pero igualmente impresentable -aunque se lo pueden permitir, dada la ostensible desigualdad de fuerzas-, es el cinismo de los ingleses cuando, más o menos, vienen a desviar la carga de la prueba hacia los españoles por nuestra incapacidad de entendernos con los gibraltareños. Como si Gibraltar fuera una colonia española y no británica. Tiene bemoles que el obstáculo alegado por el Gobierno Blair se encuentre en una Constitución otorgada por el titular de un principio de soberanía formalmente sometido a revisión por las Naciones Unidas y el Derecho Internacional (la plaza figura en la lista de territorios pendientes de descolonización). Pero así son las cosas. En resumen: un nuevo gatillazo en Gibraltar. Al señor Aznar se la ha jugado su amigo Tony. Y ya verán ustedes qué bien se las arreglan los británicos para presentar a España como la culpable de impedir, una vez más, el arreglo de este contencioso secular. Y ya verán ustedes como en esta nueva curva del camino, los británicos, y sus singulares súbditos de la roca, acaban obteniendo alguna ventaja.

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