Cinco años después del asesinato de Miguel Ángel Blanco la Policía sigue sin esclarecer algunos detalles de la captura
Luces y sombras de un secuestro
El próximo miércoles se cumplen cinco años del secuestro de Miguel Ángel Blanco, brutalmente asesinado dos días más tarde. Un
En Eibar, tras meses de investigaciones de los servicios de Información de la Policía Nacional, obsesionados con reabrir el caso Miguel Ángel Blanco, archivado temporalmente por «falta de autores conocidos», se produjo la primera detención. La declaración del chivato etarra no «tuvo desperdicio», según recordaba hace algunos días uno de los funcionarios dedicado en cuerpo y alma a esclarecer aquel crimen. Las confesiones de Muñoa durante el viernes 19 y el sábado 20 de octubre del 2000 en una de las salas de interrogatorio de la sede de la Comisaría General de Información del complejo Policial de Canillas en Madrid pusieron nombre a los asesinos: Francisco Javier García Gaztelu, Txapote; Irantzu Gallastegi Sodupe, Amaia; el propio Muñoa; y el ya fallecido José Luis Geresta Múgica, que apareció muerto el 21 de marzo de 1999 en Rentería en extrañas circunstancias. Su identidades se encuentran bajo el epígrafe de «acusados» en la portada del sumario 9/97 que descansa en una de las estanterías de los archivos del Juzgado Central de Instrucción número seis de la Audiencia Nacional. Sólo Muñoa ha sido condenado -en junio del pasado año- a diez años de cárcel por cooperar en el asesinato de Blanco. La Audiencia Nacional espera que Txapote y Gallastegi, en prisión en Francia, sean entregados temporalmente para que respondan por el homicidio del concejal popular, un asesinato que se comenzó a fraguar a principios de verano de 1997. Mayo-junio de 1997. «García Gaztelu y Gallastegui ya se habían desplazado a la localidad guipúzcoana de Eibar», cuenta el sumario. Días antes, la cúpula de la banda había ordenado el secuestro de un concejal del PP en el País Vasco para «forzar al Gobierno español» a una negociación sobre el traslado de los presos de ETA a prisiones de Euskadi. Cuando los dos sicarios llegaron a Eibar ya tenían los datos necesarios para el secuestro de Blanco: colaboradores ''etarras'' que nunca fueron identificados habían hecho las vigilancias del concejal, según consta en las investigaciones policiales. La pareja, apremiada por la cúpula y con órdenes taxativas de llevar a cabo el secuestro cuanto antes, descartaron hacer nuevos seguimientos a Blanco o buscar información de otros posibles objetivos. Txapote a principios de julio ya había decidido que el secuestro del edil sería a mediodía, a la salida de la estación de Eibar. Todos los días, Blanco volvía a su casa en Ermua a comer. Luego, a las 15.30 horas regresaba en tren a Eibar, donde trabajaba en la empresa auditora Eman Consulting. Txapote y Amaia, durante los preparativos del secuestro, se escondieron en la casa de Ibon Muñoa en Eibar, que, según él mismo reconocería después, estaba al tanto de las intenciones de sus inquilinos. El propio Muñoa, aunque que no llegó a facilitar información sobre Miguel Ángel Blanco, sí ofreció a los dos miembros del comando Donosti el apartamento de veraneo de sus padres en Zarautz (Guipúzcoa) para esconder al edil secuestrado. Ibon Muñoa, a finales de junio, llevó en su propio coche, un Fiat uno, a los dos activistas a San Sebastián para recoger al tercer miembro del comando que iba a acabar con la vida de Blanco, José Luis Geresta Múgica, Oker. Los cuatro fueron a Zarautz para ver si el piso familiar podía servir para esconder a Blanco durante dos días. «Los miembros del comando le indicaron (a Muñoa) que dicho apartamento no reunía las condiciones para albergar a la persona que iban a secuestrar». Los terroristas, en menos de una semana, encontraron otro sitio para mantener retenido al concejal. El lugar donde los activistas del comando Donosti mantuvieron oculto a Miguel Angel Blanco, cinco años después, continúa siendo la principal incógnita del caso. 9 de julio de 1997. «Sobre las 15 horas Muñoa ve a José Luis Geresta pasar por delante de su taller de placas de matrículas (Talleres Muñoa), distante unos 150 metros de la sede de la empresa Eman Consulting, donde trabajaba Blanco». «Ese día -desvelan los documentos policiales- al regresar Muñoa a su domicilio encuentra en el mismo a los tres miembros del comando Donosti, quienes le comentan que el secuestro no pudo realizarse, dado que el concejal no había aparecido, y que lo intentarían al día siguiente».