Diario de León

OPINIÓN Fernando Jáuregui CONFLICTO CON MARRUECOS

Una operación brillante

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Probablemente, no quedaba otro remedio. Y así lo dieron a entender los ministros de Exteriores y Defensa, Ana Palacio y Federico Trillo, en su comparecencia ante la comisión mixta Exteriores-Defensa del Congreso de los Diputados. La opinión pública española, y parece que el Gobierno tiene un sondeo de urgencia que lo muestra, reclamaba una respuesta contundente a Marruecos. Calculó mal el rey Mohhammed VI al ordenar la invasión del islote Perejil: creyó que la situación era similar a la que, en 1975, propició la marcha verde sobre el Sahara. Nada que ver una coyuntura con otra: España es ahora un país importante de la UE, de la OTAN y del concierto internacional. Aznar ha mostrado firmeza y, lo que es aún más importante, eficacia: sin ambas nadie puede reclamarse como una gran potencia cuando sufre un desmán diplomático del calibre del que había sufrido España con la toma del peñasco. Marruecos pretendía, además, añadir el escarnio de invitar a la prensa internacional, incluída la española, a visitar el islote ocupado, al tiempo que reclamaba dudosos títulos de propiedad que nadie oficialmente reconoce en el ámbito internacional. La cosa amenazaba con pudrirse y reclamaba una rápida intervención, probablemente una intervención armada, porque cualquier otra dilataba en el tiempo una situación injusta y potencialmente muy peligrosa. Ahora, es la hora de la diplomacia e incluso de la generosidad con Marruecos. El Gobierno ha actuado bien, a juicio de quien esto suscribe, al reaccionar con la contundencia con la que ha actuado. La suerte, una vez más, ha acompañado la decisión de Aznar, y ni una gota de sangre se ha derramado hasta ahora, ni parece previsible que las cosas vayan a peor en el futuro. Pero en estos momentos toca tender la mano al poderoso e incómodo vecino del sur, y hacerle ver la conveniencia de un inmediato entendimiento diplomático entre ambas naciones. La vuelta de los embajadores, de los dos embajadores, sería un primer paso necesario. Luego ya se hablaría de la posición española sobre el Sáhara, qué matizaciones habría que introducir, si tal fuese el caso, en tal posición, y de otros varios contenciosos bilaterales, comenzando seguramente por la cerril posición marroquí en el tema de la pesca. Pero ninguna de esas cosas se podía hacer mientras en Perejil -la Historia recogerá este episodio, es de temer, con tintes chuscos- ondease por la fuerza la bandera de Marruecos. Seguramente, el presidente del Gobierno José María Aznar ha sumado muchos puntos a su cota de popularidad con una decisión que a todos sorprendió ayer por la mañana.

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